En el corazón de Venezuela, en las vastas llanuras del estado Portuguesa, se gestó un milagro que marcaría la historia espiritual del país. La Virgen de Coromoto, reconocida como la Patrona de Venezuela, no es solo una figura de fe, sino la protagonista de una historia de encuentros divinos y un legado de devoción que perdura a través de los siglos. Su historia es una crónica de la presencia de lo sagrado en la vida cotidiana de un pueblo.
La aparición en la selva: El primer encuentro
Todo comenzó en el año 1652, cuando los indígenas Cospes, liderados por el cacique Coromoto, habitaban las selvas aledañas a lo que hoy es Guanare. Cuenta la tradición que el 8 de septiembre, mientras el cacique y su familia cruzaban un riachuelo, una hermosa dama de extraordinaria luz apareció sobre las aguas. La mujer, con un niño en sus brazos, les habló en su propia lengua, pidiéndoles que se bautizaran y buscaran la salvación. A pesar de la sorpresa, el cacique Coromoto, impactado por la visión, aceptó la petición y se comprometió a trasladar a su tribu para ser instruidos en la fe católica.
La resistencia y el milagro
Sin embargo, el segundo encuentro, ocurrido el 11 de septiembre, es el que sellaría el destino de la devoción. El cacique Coromoto, reacio a abandonar su estilo de vida y regresar a la civilización, se negó a asistir a la doctrina. La Virgen se le apareció de nuevo en su bohío, recordándole su promesa. Molesto y decidido a no ceder, el cacique intentó tomar su lanza para ahuyentarla. En ese instante, la Virgen se desvaneció, dejando en su mano una pequeña imagen de apenas 2.5 centímetros de alto por 2.5 centímetros de ancho.
Esta reliquia, conocida hoy como la «Reliquia de la Virgen de Coromoto», es la única prueba física de la aparición. En ella se puede distinguir con claridad la figura de la Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos. El cacique, tras este evento, fue mordido por una serpiente venenosa. Al borde de la muerte, pidió el bautismo y, al recibirlo, se convirtió en un fervoroso devoto, recuperando la salud y dedicando el resto de su vida a predicar sobre el milagro.
La historia de la Virgen de Coromoto se difundió rápidamente por todo el país. Su imagen, resguardada con gran veneración, se convirtió en un símbolo de esperanza y protección para el pueblo venezolano. El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII la declaró Patrona de Venezuela, y el 19 de noviembre de 1949, fue coronada canónicamente.
Miles de fieles se congregan en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto en Guanare para rendirle homenaje y celebrar la aparición que cambió el rumbo espiritual de la nación. La devoción a la Virgen de Coromoto no solo se limita a la celebración de su fiesta, sino que se manifiesta en cada hogar, en cada carretera y en cada rincón del país, donde su imagen es un recordatorio constante de la fe inquebrantable de un pueblo. Es la crónica viva de un milagro que se hizo historia y de una madre que sigue velando por sus hijos en la tierra de gracia.
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