La Leyenda del Santísimo Cristo del Buen Viaje

A partir del dos y hasta el domingo doce de mayo se vienen celebrando en Pampatar las festividades en honor de su Patrono, el Santísimo Cristo del Buen Viaje. Esta imponente imagen data de los tiempos coloniales, sin que se haya podido, hasta ahora, esclarecer la fecha exacta de su arribo a nuestras playas.

Como sucede con muchas de las imágenes que en el mundo la piedad de los fieles le rinden su reverencia y pleitesía, se desconoce su origen. De ahí que para explicárselas han recurrido a las más variadas leyendas. Unas de simple fondo poético, otras con ciertos visos históricos; pero al fin leyendas que han ido pasando a través del tiempo y el pueblo se ha encargado de conservarlas. Desde luego cuando esas leyendas no se escriben corren el peligro de perderse o transformarse. Una de esas leyendas que se ha mantenido en el tiempo es la del arribo al Puerto de Pampatar, en la Isla de Margarita, del barco que conducía la imagen del Santísimo Cristo del Buen Viaje.

Relata la leyenda que desde España partió un barco llevando a su bordo imágenes, vasos y ornamentos sagrados. Entre aquellas se contaba un Cristo destinado a uno de los templos de Santo Domingo. La navegación había sido plácida. El viaje podría calificarse de un buen viaje. Sin ataques de piratas, ni inconvenientes con temporales que pusieran a la nave en peligro de zozobrar. Pero la placidez del viaje se rompe cuando pasando el barco frente a la Isla de Margarita un recio temporal la azota. Las velas se desgarran. El pánico se apodera de marineros y pasajeros. La costa está cercana y a ella enrumban la nave. Cuando han echado el ancla, como por hechizo, el viento deja de soplar violentamente y el mar, antes encrespado, se presenta sereno. Se reparan las averías. Se prestan a continuar el viaje interrumpido; pero he aquí que el viento vuelve a adquirir la magnitud de un recio temporal y las olas se elevan en forma desmesurada poniendo la nave en peligroso riesgo de zozobra.

Se decide volver a echar anclas y de inmediato viento y mar cesan su violencia. Cada intento que se hacía de continuar viaje era respondido por los elementos encolerizados. Ante el hecho de no encontrar explicación a lo que ahora le sucedía después de un viaje feliz y placentero, pensaron que podría haber algún poder sobrenatural que lo guiaba. Recordaron que en las bodegas del barco iban imágenes sagradas y supusieron que alguna de ellas quería quedarse en este puerto. Así resolvieron desembarcar la imagen del Santísimo Cristo, después de lo cual pudieron continuar su viaje sin inconveniente alguno. Desde la aún imprecisa fecha de la época colonial, es motivo de respetuosa y ferviente adoración por los fieles quienes le rinden el tributo de su fe.

En las fiestas del Cristo, escribe nuestro fraterno amigo de siempre Rosauro Rosa Acosta, “Pampatar hace un alto en sus quehaceres y le tributa solemnes festividades. Y le hace entrega de «su parte» que el Cristo ganó en el trabajo, porque estuvo a su lado a la hora de calar el cardumen y fue consejero o guía en sus actividades. Y se le entregan también los «milagros» que el Cristo hizo en sanar pronto una herida, en curar un enfermo ya cercano a la muerte, en librar la piragua del naufragio o de proteger a los que en horas de tempestades andan por los caminos del mar”.

“El Viejo”, como le dice el pescador, estará con ellos, para que como escribe mi querido hermano Efraín: “sea un hombre realizado en la fe, pero también en la felicidad y en la esperanza; que tenga fuerza para no vender su pobreza, que mañana ninguno pueda decir ¡esto! de nuestra dignidad; que el pueblo no nos cambie para mal”.

Fuente:

• Subero, Jesús Manuel (1987). “Monumentos Históricos de Pampatar”. Porlamar, Artes Gráficas Bema.

TEXTO DIGITALIZADO PARA USO ACADÉMICO Y EDUCATIVO, SIN FINES DE LUCRO.  Transcripción, corrección, diseño y diagramación: Licdo. Frank Omar Tabasca frank_otl@hotmail.com

La Asunción, estado Nueva Esparta

Mayo de 2022

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