Comentar sobre la música tradicional de los pueblos es muy complejo y delicado. Si tomamos en consideración que la música en su completa estructura está integrada por varios aspectos donde cada uno cumple una función específica como lo son el ritmo, la armonía, los timbres, el contrapunto y las formas. Es por todo esto que se debe tener sumo cuidado en emitir opiniones que muchas veces lo que hacen es confundir y oscurecer en la población estudiantil, el concepto que debe tenerse al respecto.
Precisar con exactitud qué es música tradicional (entendiéndola como parte del folklore, ciencia a la cual corresponde su estudio) y popular resulta muy complejo. Pero, si podemos establecer algunos aspectos que permiten visualizar una idea más o menos clara al respecto.
La música tradicional es creada por una necesidad individual o colectiva, como un elemento que acompaña al ser humano en su diario quehacer. Permanece y se transmite por vía oral a través de generaciones, su melodía sufre variantes que pasan de individuo a individuo y de caserío a caserío, donde la improvisación desempeña un importante papel, su versificación varía en cuanto a su temática y está sujeta a rima, medida y cadencia. Su armonía y ritmo son estables, tiene raíces indígenas y aportes de otros pueblos con los cuales se han mantenido intercambios socioculturales. A través de esta música se mantiene la solidaridad, autoestima, auto-preservación e identidad de los pueblos. Un ejemplo de música tradicional margariteña son los que tratamos en este trabajo.
Al respecto nos dice Rafael Salazar (1992) en su libro “El joropo y sus Andanzas”:
“Como la cultura es dinámica, cambiante, y como las tradiciones en algún momento tuvieron un comienzo, consideramos que la música tradicional, en su sentido más amplio, es aquella que ha sido creada por el pueblo como expresión obligada de sus necesidades colectivas por lo tanto forma parte de su patrimonio espiritual y se expresa con características propias en diferentes áreas culturales de un determinado país, independientemente de sus orígenes e influencias sociales. No existe una música autóctona originalmente pura, porque aún la música indígena posee la heterogeneidad de las diferentes etnias que la formaron. Lo importante es reconocer que la música tradicional de un país ha sido elaborada por el pueblo por un colectivo de expresiones solidarias, utilizando modelos melódicos e instrumentos musicales autóctonos o universales, para expresar sus sentimientos, sus valores sociales y estéticos. Estos valores representan la memoria histórica de un país, sustento real de su identidad cultural, heterogénea, cambiante, pero que en sentido amplio define las características comunes de los pueblos sembrados en un determinado territorio…” .
La música popular, puede tener también elementos tradicionales, su melodía es invariable y su versificación o letra pueden estar sujetas a rima, medida y cadencia, pero también puede ser de estilos libres. Su armonía es variable. Este tipo de música es creada por un individuo que puede o no tener estudios formales de música, permanece o no (pasa de moda) en el colectivo dependiendo de la aceptación que este le dé; de acuerdo a la difusión que reciba en el entorno rural o urbano, por lo tanto puede llegar a convertirse en tradicional. La música popular puede llegar a tener un alto valor estético cuando es tratada por músicos académicos que la enriquecen con sus conocimientos. Un ejemplo de música popular puede ser un vals, un bolero, los diversos géneros de la salsa, etc. Al respecto nos dice Rafael Salazar (1992):
“…y por último, una música citadina, también popular y de formación reciente, pues no tiene más de cincuenta años, representa a la cultura urbana, portadora de una nueva tradición con características múltiples provenientes tanto del mundo agrario o rural (formas folklóricas) como de las sociedades manufactureras e industrial. Su economía dependiente, que abrió las puertas del consumo y de la cultura de masas en las grandes metrópolis capitalistas, así como de otras formas culturales tradicionales o contemporáneas, propias del Caribe insular. En este renglón se incluye el merengue de los años 30, la rumba, el son, el tango y más recientemente el rock, la bossa nova y la salsa, esta última definida como el conjunto de formas musicales populares caribeñas que partieron de diversos ritmos, entre otros el son, la guaracha y la rumba con todas sus variantes, especialmente el guaguancó.”.
La música académica (se le dice también clásica o culta) es producto de un individuo que ha cumplido con un proceso formativo en una escuela superior o conservatorio, donde obtiene su título de ejecutante o compositor. Este tipo de música se basa en lo complejo de su estructura, donde el compositor en muchos casos se adapta y se preocupa mucho más por la obra artística en sí, que por el público que la va oír. Con la música académica se puede elevar el contenido de la música tradicional y popular hasta llevarla a nivel universal, destacando con ello elementos musicales de un país. Por eso se hace necesario mantener los puntos de referencia que en música tradicional tengan los pueblos. A la música académica corresponden los géneros sinfónicos, de cámara, religioso, corales, dramáticos que han sido cultivados en diferentes períodos como el Barroco, el Clásico, el Romanticismo, el Moderno y el Contemporáneo. Esta música permanece y trasciende universalmente sin sufrir transformaciones.
El Profesor Carlos García (septiembre, 1997), nos dice al respecto:
“Las barreras entre los distintos campos musicales, hoy por hoy se tornan más difíciles de deslindar, por la interacción que a veces experimentan. Así en la música tradicional se podría ubicar todo lo referente al culto o devoción, cantos de cuna y de trabajo, que son producto del colectivo en su entorno natural. En lo popular, todo lo referente a los espacios de diversión y recreativos con participación del colectivo, y con aportes provenientes del área urbana. Y en lo académico, el mensaje de la música la recibe el colectivo a través de uno o más intérpretes en la sala de concierto, teatro, etc.”
Tomado del libro: «La Música Tradicional Neo-Espartana» del maestro Alberto «Beto» Valderrama Patiño
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