El apóstol Pablo enseñó la manera en que las Escrituras bendicen nuestra vida.
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra.
Escuche aquí la reflexión de Monseñor Fernando Castro, Arzobispo de la Diócesis de Margarita:
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