En la terraza de la casa del viejo Vicente Ordaz y su inseparable doña Valentina, donde funcionaba la tienda “Valentinas”, ubicada entre las calles Guevara, hoy Boulevard, y la calle Zamora, un día del mes de diciembre cuando se reunió la familia con sus hijos Chentico, Cheché, Enrique; Chuito y Napoleón, se formó una partida de truco -se juega con barajas españolas- “el que pierde sale”. Se turnaban las pareja que formaban entre otros, Rómulo Rojas, Paco Berbín, Luis “Topito” Mujica, Panchito Marcano, Gustavo Rojas, Francisco “Camán» Castañeda. Para el momento de la partida jugaban el viejo Vicente Ordaz y Chucho Rojas contra Rómulo y Chentico, o sea, padres contra hijos; casi nada.
-“Cuidado que los engañan el camino”– decía alguno de los que veían el juego- a lo que respondía el viejo Vicente Ordaz:
–¡Umju, los mirones son de palo!
La partida estaba empatada a un juego por pareja, por lo que se jugaba el “bonito” o “chico” come se dice en el argot de los tahúres truqueros al último juego de un “mache”
¡Envido! ¡Quiero y envido! ¡Flor me dio er naipe! ¡Truco maleta e ‘títere! ¡Quiero y retruco barba e’cuinche! Se oían entre los cantos que produce el bullicio del juego no propio para los “boca abierta” o “encantaos” como le dicen a los sumisos que por cierto, para el momento no había ni uno. Y trago y trago.
¡Bueno, ¿aquí no hay nada para picar!? -preguntaba alguien- y se aparecí doña Valentina o alguna de las sobrinas que tenía como ayudantes en la casa, con un pastel o un bollo picadito, queso amarillo de contrabando o galleta e ‘soda con atún, sardina o pate ‘cabra. La partida está muy cerrada porque no había mucha ventaja de una pareja sobre la otra; estaban empatados a nueve piedras o tantos; es decir, les faltaban tres tantos para ganar pues ya habían metido los 12 primeros de los 24 que se exigen para ganar el juego.
De repente cada una de las parejas canta “flor”, una combinación de cartas del mismo palo en el juego que le otorgan tres tantos, precisamente los que faltaban; la flor de más valor bastaría para ganar.
¡Presenta tu flor Rómulo Daniel! Le dice Chucho a su hijo Rómulo.
¡Tú eres el mano! Le responde Rómulo. Chucho abre sus cartas mostrando una flor de espadas:
¡Ve lo que tengo aquí mijoooo, flor de espadas y con la espadilla! (as de espadas) ¡Na pendejá! Dice Chucho con los ojos desorbitados por la emoción y una sonrisa de oreja a oreja. Uno de los mirones dice:
¡Carajo, mayor flor; fuera de ellos! Rómulo no se queda atrás y muestra su flor:
¡No papaíto, yo también tengo flor de espadas! Dice Rómulo al tiempo que descubre sus cartas. Efectivamente dos cartas de espadas y… ¡sorpresa! Con otra espadilla.
¡¿Cómo es la vaina?! Dice Chucho sorprendido. ¡¿Qué vaina es esta vagabundo ‘er carajo?! ¡¿Qué te parece compay Vicente?! ¡Yo no he criado hijos tracaleros, carajo! ¿A quién pretendes engañar? ¿Cómo van a aparecer dos ases de espadas en un juego? ¡Ustedes son unos tracaleros! ¡Vayan a joder a otros, a mi no gran carajo!
Las risas no se hicieron esperar; los muchachos salieron corriendo escaleras abajo para ganar la calle y a Chucho y Vicente Ordaz no le siguieron dando whisky sino agua con valeriana y tilo para calmarles la rabieta y no les diera un infarto.
…”échale vaina al pendejo que eso lo que se merece”
Juan Moya el guitarrista
Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga“
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