Marco Antonio Lacavalerie, fue un ocutor, narrador deportivo y animador de programas de entretenimiento televisivo, conocido como el Musiú, por la ascendencia francesa de su padre, de igual nombre, y de su madre, Cecilia Moreau.
Realizó estudios primarios y secundarios en los colegios San Ignacio de Loyola y Salesiano, viajando luego a Chile en 1939 para proseguir estudios de ingeniería eléctrica que no llegó a culminar. En ese país se interesó por la transmisión radial y, de regreso a Venezuela en 1946, obtuvo el título de locutor, comenzando a trabajar como animador de varios programas de Radio Caracas: «Desayuno musical», «85936» -número de teléfono de la estación-, «Tijeretazos del dial» y «El repórter Esso», noticiero de radio al que entró en sustitución de Amable Espina y que marcaría el inicio de su popularidad. Otros programas como «A gozar muchachos», con la Billo’s Caracas Boys y «Fiesta fabulosa», proyectaron aún más su imagen de animador.
Junto con Francisco «Pancho Pepe» Cróquer, ídolo de la narración deportiva de la época, conformó una popular pareja de la locución en la que el Musiú se ocupaba de los anuncios comerciales. Muerto Cróquer en 1955, lo sustituyó en la «Cabalgata deportiva Gillette» en la transmisión desde Estados Unidos de los juegos de béisbol de grandes ligas y de boxeo; allí trabajó junto a experimentados narradores como Buck Canel y Felo Ramírez.
Su carrera de animador se consolidó en la televisión con programas como: «Tesoros musicales de nuestra tierra», «Premios y ritmos fabulosos», «Casino de la alegría», «Qué traigo aquí», «Las siete llaves», «Musiú le da el desquite», «Musiú busca estrellas», «Operación cupido», «Compre la orquesta» y «El batazo de la suerte».
El Musiú Lacavalerie tuvo la habilidad de cautivar al público con algunas frases que pasaron a incorporarse al habla popular venezolana. Su estilo jocoso, dicharachero y alegre de narrar el béisbol marcó una época en el mundo radial venezolano.
De su matrimonio con Irene Mazzeo nacieron tres hijos. Los últimos años los dedicó a la narración del béisbol profesional venezolano en el circuito radial del equipo Tiburones de La Guaira; allí anunció en diciembre de 1992 su decisión de retirarse.
Su labor le mereció numerosos homenajes, condecoraciones y reconocimiento popular por la ayuda que prestó a nobles causas.
Fuente: Biblioteca Empresas Polar
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