La periodista María José Flores obtuvo el primer lugar en el concurso de microrrelatos «De paseo por El Prado y El Buen Retiro», organizado por la Red de Bibliotecas del Ayuntamiento de Madrid.
La periodista venezolana María José Flores es la ganadora del X Concurso de Microrrelatos: «De paseo por El Prado y El Buen Retiro», organizado por la Red de Bibliotecas Públicas del Ayuntamiento de Madrid, con el propósito de incentivar la creatividad literaria y fomentar la lectura.
Flores, quien se desempeña como co-directora de la página web InmigrantesEnMadrid.com, escribió un microrrelato titulado «La cuerda de luz», inspirado en la obra «Los duques de Osuna y sus hijos», un óleo sobre lienzo que se puede admirar en el Museo del Prado.
«Mi punto de partida fue un trazo de Francisco de Goya», comenta la escritora, residenciada en Madrid desde hace dos años. «Es un cuatro con un cromatismo maravilloso, donde la protagonista es la luz». Se refiere así a un retrato de la familia del IX duque de Osuna, don Pedro Téllez-Girón, realizado por el pintor zaragozano; en el que aparece un niño que sujeta una carroza de juguete con una cuerda blanca. Se trata de don Pedro de Alcántara, quien años después se convertiría en el primer director, precisamente, del Museo del Prado.
Al concurso se presentaron más de 500 microrrelatos. Uno de los requisitos era que el texto presentado no superara las 150 palabras y tenía que aparecer, al menos, una de estas: «Retiro» o «El Prado».
La entrega de premios se celebró el 24 de octubre, en ocasión del Día Internacional de la Biblioteca, en la Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías-Casa de Fieras de El Retiro. La temática del certamen giró en torno a El Buen Retiro y el paseo del Prado con motivo de su candidatura conjunta para ser declarados Patrimonio Mundial de la Unesco en 2020.
Este fue el texto ganador:
La cuerda de luz
Francisco estaba listo para empezar a pintar cuando observó que el pequeño Pedro había extraviado el cordel de su carroza de juguete. Después de mucho buscar sin encontrar, logró que el niño posara sobre un cojín a los pies de su madre y sujetara el carruaje con una insólita «cuerda mágica».
Aquel día daba los toques finales al retrato, cuando las musas se abrazaron a sus manos e inmortalizaron sobre el lienzo, desbordada de blancos, plateados y grises; una preciosa huella de sol.
Hoy cuentan que un despeinado Francisco recorre El Prado de vez en cuando. De sus dedos iluminados son testigos de excepción aquellos siete borrachos, los pastores y todas las almas del jardín… En el silencio de la noche, sonríe, mientras contempla una vez más la inocente mirada de Pedro y, con un pincel peregrino, retoca la inmortal cuerda de luz que sostiene entre sus manos.
El Sol de Margarita
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