Viene Dalmiro Malaver como cultor, con una carga compromiso de gran peso cultural, pero que la “La Culebra” ha sabido llevar con orgullo y con honor. Dalmiro, viene de Chilo Guerra y ese hecho ya lo compromete con los valores nuestros. La culebra es un gran altar viviente donde permanente nuestros valores están bien alumbrados.
Pero además, Dalmiro Malaver, carga con otro compromiso, que honra y sabe llevar muy bien en su corazón y su memoria como un gran trofeo. Viene La Culebra Malaver de Hernán Malaver y José Ramón Villarroel. Es entonces Dalmiro un hombre bien armado y por esta condición de estar muy bien armado culturalmente, se empeña con ahínco y continúa (inspirado) haciendo el gran trabajo como galeronista y como un gran promotor de toda la tradición que tiene que ver con los cantos tradicionales.
Pensé (en medio de la conversación que tuve recientemente con él), que era un patrimonio cultural viviente, pero me precisó que no tenía certeza de este hecho. Aquí -me dijo- estuvo una comisión y me censaron, pero después no he tenido respuesta.
“Amigo Evaristo, ser patrimonio cultural viviente supone establecer un compromiso en dos sentidos. En primer lugar, está firme el compromiso del cultor que siempre está disponible y dispuesto para el trabajo. Luego está el compromiso del promotor del hecho que rápidamente olvida el sentido de la palabra patrimonio cultural viviente e impide un verdadero apoyo mutuo. Yo nunca he estado muy de acuerdo con esto porque para poner a una persona en esta función, tiene que existir un esfuerzo para valorarla y estimularla. Colocar a una persona de patrimonio y a los cinco días anda por allí la persona sin apoyo de ningún tipo, no me parece una política«.
El cultor viene haciendo su trabajo. En mi caso particular, está la valoración que yo me hago y que es fundamental para llevar adelante mis propósitos y objetivos Yo cuido a mis muchachos; estoy pendiente de lo que hacen y pendiente de su trabajo en la escuela. Ahora tengo 11 muchachos de diferentes edades y el acompañamiento es tanto en lo que hacemos con los cantos, como en su desarrollo y crecimiento personal.
¿Cómo es la actividad que realiza?
Tengo una actividad permanente. Recientemente estuvimos en La Vecindad. En todas las partes que cantan los muchachos dejan buenos comentarios. Esos muchachos no solo llevan los fundamentos espineleanos, llevan también sus argumentos para su desarrollo artístico y habilidades personales. Yo vigilo su desempeño escolar. hablo con sus profesores.
Me empeño porque en cada jornada mis muchachos presenten cosas nuevas. Cintia Morao que ya es estudiante universitaria destaca y Valeria Millán de La Asunción, acaba de ganar el festival de la canción de la Virgen de El Valle.
Tengo con ellos en este proceso de aprendizaje, un tiempo para la improvisación. Tercio con ellos y luego los coloco en la situación de improvisar entre ellos. Niños con niñas. Este proceso de acercamiento con la improvisación es para mí muy importante. Pronto tendremos la tercera jornada de picón duro con los muchachos de la Escuela del Pescador Julio Acosta. Ya este trabajo con la escuela del pescador Julio Acosta, es un aspecto que valoramos como muy positivo.
¿Cómo ve en este momento el galerón?
Creo que el galerón como expresión cultural tiende a quedarse nuevamente. Está en esta fase, precisamente porque hace falta motivar e incentivar el movimiento de las escuelas de cantos tradicionales. Hay que valorarla y darle los apoyos que requieren.
Texto: Evaristo Marcano Marín
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