En 1948 aprovechando el triunfo de Rómulo Gallegos, los adecos Pedro Carmen Martínez y Pedro Alberto Velásquez “El Negro”, decidieron construir el Kiosco de Los Robles para aprovechar la presencia mayoritaria de los urredistas en el Concejo Municipal del Distrito Maneiro.
Al lado de la Mata de Ceiba, instalaron el Kioco que una construcción con un diseño particular y que contaba solo con un botiquín que tenía su barra y unos bancos pequeños que servían de muros de contención de las instalaciones. Ese kiosco se convirtió en el espacio más concurrido de Los Robles y grandes contiendas de los grandes bailadores, se dieron en ese espacio donde las medias jarras eran la bebida del momento.
Con techo de asbesto, barra, bancos de concreto que eran las fortificaciones de entrada al espacio era un pequeño centro de diversiones de Los Robles. Casi lindando con la Mata de Ceiba, hacían pareja por vecinos y las ramas del centenario árbol rozaban con el asbesto de la construcción. En tiempos de maduración del fruto de esta bombácea ceiba, las motas que lanzaban sus floraciones eran alimentos de los murciélagos que en bandadas llegaban a alimentarse de sus flores. Las pelusas blancas, que según los viejos de la época causaban ceguera, volaban por los aires llevando sus semillas a distintas partes de Los Robles.
Ese cuadro dibujado por la naturaleza que combinaba el kiosco con la Mata de Ceiba, no fue tomado por las cámaras que escaseaban para la época y solo nos queda dibujar de memoria ese cuadro de la robleridad que marcó parte de la historia de Los Robles. Eso bailes bajo la Ceiba y en el Kiosco formaron parte de muchos noviazgos entre robleros que terminaron en matrimonios.
Los bailarines Carrollo y Nato Guerra, mostraron habilidades en la danza y aprovechaban las festividades de octubre para exhibir la velocidad de sus piernas y las acrobacias a la hora de mover el esqueleto.
El Kiosco para 1950 era una realidad como el espacio más concurrido de los pilarenses y se repartían Pedro Carmen y El Negro Velásquez las ganancias que generaba el kiosco y no se sabe en qué momento se rompió la relación comercial y terminó Pedro Carmen manejando el solo la gerencia de la empresa.
El Kiosco con el tiempo, fue abandonado y quedó en la Plaza de Los Robles como un mamotreto del recuerdo. Desde ese centro de la diversión, los muchachos del pueblo comenzaron a utilizarlo como espacio para hacer sus necesidades y para realizar sus acrobacias juveniles. En ese espacio, que servía de escondrijo de la muchachada, perdió Luís Rivera el hijo de Luisa del Valle y Pedro Rivera el cuero de uno de su testículo al tratar de fungir de hombre araña por sus paredes y sin darse cuenta uno de los clavos que quedaban en las paredes del botiquín lo engancharon por uno de sus cueros hasta el punto que entre sus compañeros tuvieron la necesidad de bajarlo a pulso para poder soltarlo del enganche en el clavo de acero.
En ese mismo kiosco, centro de diversión, celebraron los urredistas la caída de Gallegos con una fiesta que duró más allá de la madrugada.
Con el tiempo se empezó a deteriorar la instalación, las piedras lanzadas por los muchachos comenzaron a perforar el asbesto de su techo y ya las autoridades municipales empezaron a ver la posibilidad de demolerlo, para dar otra imagen al centro de Los Robles.
El Kiosco de Pedro Carmen no solo lo atendía su dueño, sino su hijo Luís Manuel que era parte del trabajo de atención a quienes se acercaban a disfrutar de las fiestas patronales.
El 15 de enero de 1972, se inaugura el Parque “Luisa Rosas de Velásquez” para rendir culto a la maestra de maestras roblera, una mujer que dedicó su vida a la formación de los estudiantes pilarenses y que compartió con el pampatarense Jesús Manuel Subero la formación de los ciudadanos de este pueblo.
Ese acto de inauguración de ese parque, fue liderado por el Gobernador Bernardo Acosta y el orador fue el poeta José Rosa Acosta. Así nació la plazoleta Luisa Rosas de Velásquez, con su busto a esta heroína de la educación pilarense y con ese acontecimiento de borraron los recuerdos del Kiosco de Pedro Carmen, un espacio de la alegría que por años fue el escenario de los bailes, la alegría y las riñas entre robleros. Solo quedan los recuerdos del Kiosco que preñó de alegrías por años a la población de Los Robles.
Foto: Referencia
Recopilación: Manuel Avila (Cronista de Nueva esparta)
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