Cada 12 de octubre, la comunidad de Los Robles, en la Isla de Margarita, se viste de fiesta para honrar a su patrona, la Virgen del Pilar. Esta celebración no es solo un evento religioso local, sino la materialización de una de las devociones marianas más antiguas del mundo, aquella que, según la tradición, se remonta a los albores del cristianismo.
La historia de la Virgen del Pilar es única. La tradición sostiene que la Madre de Jesús se apareció en el año 40 después de Cristo al Apóstol Santiago, quien se encontraba en España desanimado por las dificultades que enfrentaba en su misión evangelizadora. La aparición ocurrió sobre un pilar de jaspe –que aún se conserva en la Catedral de Zaragoza–, siendo esta la aparición mariana más antigua reconocida por la Iglesia Católica, con la particularidad de que la Virgen aún estaba viva en Tierra Santa al momento del milagro.
La Virgen animó a Santiago a continuar su labor y le hizo una promesa trascendental: mientras ese pilar se mantuviera en pie, habría verdaderos discípulos de su Hijo en España. Santiago y sus discípulos recogieron este regalo y la columna se convirtió en el primer centro de devoción mariana en Zaragoza, España, aunque la fe en esta aparición se apoya fuertemente en la tradición oral, pues no hay documentos escritos coetáneos.
El Pilar en el Corazón de Margarita
En Los Robles, esta antigua devoción ha echado raíces profundas. La fidelidad de los feligreses a la sagrada imagen se expresa cada año a través de una nutrida agenda de festividades de carácter religioso, cultural y deportivo. Los habitantes de la parroquia Aguirre se toman su tiempo para venerar a la Virgen, demostrando un profundo amor y respeto que dicta la tradición centenaria.
Un dato singular de la imagen venerada en Los Robles es su origen histórico: la imagen original de la Virgen del Pilar, tallada en oro de 18 kilates, fue una donación de Juana «la Loca», princesa de Castilla, en pago por la salud recuperada de su padre, el rey Fernando de Aragón.
La celebración del 12 de octubre en Los Robles es una confluencia de historia, fe y cultura que transforma el pueblo. Los actos litúrgicos se complementan con actividades que invitan a la participación comunitaria, asegurando que el fervor hacia la Virgen del Pilar continúe siendo el pilar espiritual que sostiene a la comunidad margariteña.
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