En la sala de reuniones del club donde tenía lugar el encuentro, Sócrates Gil en uso de su derecho de palabras, iba colocando cada detalle sobre la esclava Florentina, que viene resultando un eslabón seguro en la historia de El Maco.
Sócrates Gil iba largo en su derecho de palabra, abonando con palabras en el perfil de esta negra que con su brillantez y simpatía, atrajo la atención de mucha gente encopetada de lo que para el momento se llamaba el partido de El Maco. Cada detalle que Sócrates ofrecía, alumbraba la figura de esta esclava.
Mateo Alejandro estaba en la sala y con su inteligencia temprana, seguía el derecho de palabra de Sócrates con atención. Siendo muy inquieto se veía muy serio sentado en la primera fila de la sala como un viejito chiquito.
Culminada la reunión con sus respectivas conclusiones; el gran Mateo Alejandro se acercó hasta el Sr. Sócrates Gil y en un tono de voz de niño pero muy eufórico supo decirle: se ha lanzado usted amigo Socrates, un panegírico excelente.
Sócrates por un momento se sintió sorprendido por la palabra que Mateo Alejandro usó, pero se inclinó (como añingotado) y le correspondió con un abrazo.
Texto: Evaristo Marcano Marín
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