La Pomalaca también enrojece en la isla de Margarita

Margarita, y creemos que lo hemos dicho un montón de veces, es una tierra donde, sin duda alguna, en tiempos inmemoriales vivieron los Dioses, por sus bellezas, por su clima acogedor y sobre todo por su tierra fértil y pródiga, de ahí es que así como se adaptan extranjeros y propios a su suelo, así mismo se aclimatan plantas traídas de otros lugares para después parecer que formaran parte de nuestra flora autóctona.

Sin ir muy lejos, tenemos el árbol de la Pomalaca (o Pumalaca, como la llaman algunos), oriundo de la península de Malasia (Asia) y que según investigaciones fue introducido a Venezuela por un señor de nombre Alejandro Feo, quien lo sembró en 1880 en el paseo de El Calvario de Caracas.

En nuestra Margarita no se precisa la fecha de su llegada, pero lo cierto es que sus ramas, sus flores y más aún sus frutos son apreciados por nativos y visitantes, pues su árbol, de unos 15 metros de alto, de copa ancha produce flores de un rosado intenso, que al deshojarse forman al pie del tronco una hermosa y colorida alfombra fucsia.

Su fruto tiene forma de pera pequeña y una piel de rojo intenso que cubre un interior muy blanco, jugoso y dulce y de fragancia suave pero muy particular.

En esta tierra isleña y sobre todo en los valles fértiles como San Juan Bautista, la Asunción, El Valle del Espíritu Santo y Tacarigua, es común observar el verdor de sus matas que se conjuga con el rojo de sus frutas en tiempo de fructificación.

La Pomalaca (Syzygium Malaccense) que en algunas regiones del país se le dice «pera de agua», es una fruta muy perecedera, por lo que tiene vida útil corta. Sin embargo, es muy apetecible para la dulcería artesanal y aprovechada para los jugos caseros, con los cuales las madres alimentan a sus hijos, pues esta “manzana de Malaca”, como le decían españoles y portugueses en tiempos de la Colonia, es rica en carbohidratos, calcio, fósforo y vitamina C. 

En la Tacarigua de Margarita, nuestro pueblo, la Pomalaca ha bajado de los sembradíos de la cumbre de los cerros hasta los conucos llanos y a los patios y jardines de la casa, y por eso no es extraño ver su árbol frondoso, cobijando a las familias en tiempo de calor.

Para finalizar, por esta fruta el humor político ha brotado y en nuestra Margarita se llaman Pomalaca a todas aquellas personas que fingen ser del partido oficial, que se caracteriza por usar el color rojo, y siguen siendo de la organización que fundó Rómulo Betancourt, que se identifica con el color blanco; es decir son rojitos por fuera y blanquitos por dentro.

Texto y foto: EMIGDIO MALAVER G.
emalaverg@
gmail.com/ @Malavermillo

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