Los Cachos de Marunga: ¡Aquí mando yo!

En la época en que fue gobernador del Estado Nueva Esparta el industrial Alejandro Hernández, siendo presidente de la República el doctor Rafael Caldera, por razones de íntima amistad, reconocimiento a su probidad y condición de educador en Ciencias Sociales  dirigente del Movimiento Electoral del Pueblo, partido fundado por el maestro de América el doctor e insigne educador Luís Beltrán Prieto Figueroa, el recordado y apreciado amigo profesor Félix Villarroel Carrera formaba parte del equipo de trabajo del gobernador.

En una oportunidad y por motivos de viaje del primer mandatario a la capital de la República, quedó encargado de la gobernación el Prof. Félix Villarroel;  la condición de su alto cargo no era impedimento para seguir con el mismo trato hacia sus colegas y amigos  en la labor educativa, por lo que nunca perdió el contacto con ellos para, cuando tenía la oportunidad, se reunían como acostumbraba algún Sábado o Domingo.

Una tarde sabatina se reunieron por los lados de Atamo Sur en el conuco de un amigo, los profesores Félix Villarroel, Luis “Topito” Mujica; Domingo Rigual , nativo de Carúpano quien luego se quedó en la isla al casarse con la docente margariteña Gladys “Yaya” Sucre y Luís Laborí, quien pasó muchp tiempo en Maracaibo pero regresó a sus raíces en Los Robles;  mientras disfrutaban de un sancocho se jugaba remates de caballos, actividad que para entonces estaba prohibida por tratarse de apuestas ilegales y clandestinas; la policía tenía la orden de evitar estas reuniones, cerrar el local, decomisar todo y llevarse detenidos a los que sorprendían haciéndolo. Estaban disfrutando de la tarde con sancocho, bebidas espirituosas y rematando caballos; parece que alguien de esos que nunca faltan y llaman “jala bolas”, denunció la vaina y, estando en pleno apogeo prestando atención a los gritos de: ¡Mil a la una! ¡Mil a las dos! ¡Tres mil! ¡Cuatro mil a la una, cuatro mil a los dos…  y cuatro mil a laaas tres!; o sea la voz del subastador de los caballos, se escuchó otro grito: ¡Ahí viene la policía!!! ¡A correr muchachos! Todos arrancaron a correr por el monte para evitar la vergüenza de caer presos. Félix Villarroel y los otros profesores se suman a los que corren pero los policías de civil que servían de protección a Félix por su condición de gobernador le gritaban: ¡Profesor! ¡Profesor! ¡No corra! ¡No corra! ¡Usted es el gobernador!

Al oír esto Félix se detiene y grita: ¡A dios carajo! ¡Yo creía que tú me estabas persiguiendo! ¿Qué carajo hago yo corriendo si yo soy el gobernador? ¡Yo parezco medio pendejo! ¡Qué bolas tengo yo! ¿Qué pasó? ¡Topito, Domingo, Laborí! ¡Vamos a seguir rematando que estoy perdiendo!

¿Qué pasó? ¡Fácil! Lo que hace el poder. La policía, respetando la condición de Félix Villarroel, permitió que continuaran divirtiéndose “sanamente”; eso sí, que siguieran con su sancocho y cerveza fría pero sin jugar caballos… ¿Obedecieron las instrucciones? ¡Yo te aviso Chirulí!

…”yo y mi partido, mi partido y yo”  

Jóvito

Tomado del libro «Ocurrencias de mi Gente» de Carlos Mujica «Marunga«

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