Los Cachos de Marunga: Barbero en la pelazón

Cleofe Antonio “Topo” Gómez era hermano de la abuela María Romero; era un hombre moreno, de contextura fuerte aunque bajo de estatura; tenía los testículos tan grandes que cuando caminaba se notaba como se movían; la gente cuando hacía referencia a algo grande decía: “más grande que las bolas de Topo”; una de las tareas que le gustaba hacer era encargarse de comprar la comida para la casa, por lo tanto, se comía lo que Topo decidía y así se aceptaba. Tenía su propia barbería “La Democracia”-según afirma el profesor Héctor Suárez, una de las víctimas de sus tijeras marca “Solingen”- en la calle Maneiro cerca de la calle Mariño de Porlamar donde se reunía gente a conversar y echar bromas ya que Topo era muy ocurrente y hacía  de las suyas también. Todos los días, bien temprano en la mañana salía de la calle Libertad camino a la barbería llevando de la mano a un carajito como de tres o cuatro años más tremendo que el carajo y que siempre le servía de compañía, lo que hacía comentar a la gente:

_”Ahí va el “viejo” Topo con su topito de la mano”. Ese carajito en cuestión era el apreciado profesor Luis Mujica, “Topito”  como tanto se le conocía en Porlamar y en los centros educativos donde había trabajado. La mayoría de sus clientes eran los pescadores, quienes después de pasar días o semanas faenando en la mar, iban a su barbería a cortarse el pelo, lo que permitía hacerse su sueldito para colaborar en el mantenimiento de la casa. En una oportunidad se presentó un mal tiempo y los pescadores no pudieron regresar de sus faenas, lo que impidió a Topo hacer su acostumbrado dinerito; es decir, estaba limpio – como se dice cuando no hay plata. Su fama de jodedor y buena gente hacía que las mujeres se le acercaran a hacerle bromas, situación que Topo aprovechaba para piropearlas.

Fue así como ese día en que no hizo nada en la barbería, estaba recostado en la puerta cuando llega una mujer y le dice insinuante:

-¡Ay señor Topo!, ¿Usted me puede dar tres bolívares y hace con mi cuerpo lo que usted quiera?

Topo se la queda viendo, saca los forros de los bolsillos del pantalón, se los baja hasta que se le vea la división de las nalgas, se pone de espaldas a la mujer y al tiempo que movía la cintura hacia los lados le dice no sin aguantar la risa:

¡Mira mija querida! ¿Por qué mejor tú no me das cinco reales y me metes el deo en fundillo a ver si llevo algo pa ‘casa porque estoy más limpio que el carajo?

¡Topo a todo!”

Topo

Tomado del libdro: «Ocurrencias de mi gente» de Carlos Mujica «Marunga«

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