Los Cachos de Marunga: ¡¿Dónde está la CH?!

En el desaparecido INOS se decidió hacer un cambio en todas las oficinas, lo que incluía mobiliario y demás materiales que se usaban para su funcionamiento como organismo de servicio público. En cada rincón del edificio se operaba un transformación del ambiente de trabajo, lo que implicaba que cada quien recibía nuevas instrucciones para operar algunos equipos.

No faltaron cambios en el departamento de presupuesto donde laboraban los angelitos de las cuentas Hernán “Nancho” Rosario; Orlando “Nanito” D’León, Manuel Lairet y otros. En el departamento de cobranza, lo mismo; hasta la oficina del sindicato, donde se hacían los “negocios” políticos para pelear por los famosos contratos colectivos hubo transformaciones que hicieron coger calenturas a más de un sindicalero- pregunten a un tal Pino de El Poblado– o al que fungía de director para el momento a quien  apodaban “Tapai” tal vez porque cuando tenía algún problema, lo resolvía diciendo: “tapa ahí eso”- dicen los chismosos, insistimos, por si a cazón huele a raya.

La oficina donde se reunían los topógrafos no escapó de los cambios, sobre todo las máquinas de escribir que sustituyeron a las que tenían teclados obsoletos y periclitados como decía el finado ex presidente Betancourt al referirse a sus rivales en la política. Las viejas Remington y Olivetti fueron sustituidas por otras más modernas; allí no hubo necesidad de dar muchas instrucciones para su funcionamiento, salvo para algunas que tenían una cinta “borradora mágica” y así evitar el incómodo uso de de un líquido blanco llamado tipex para corregir errores.

Luis Armando “Kalica” Martínez llegó muy temprano (cosa rara) a su sitio de trabajo y se dispuso a escribir su informe; era día viernes y empezó temprano para salir a tiempo y comenzar la respectiva rumba de fin de semana. Levanta el protector plástico que cubría la máquina; Kalica se sorprende al ver la nueva herramienta nuevecita frente a sus ojos y exclama lleno de contento:

¡Coño, por fin cambiaron esa máquina que hasta el carro se le pegaba, así sí vale la pena escribir! Toma una hoja de papel en blanco, la coloca en su sitio y se dispone a escribir su informe. De repente levanta la vista del teclado después de revisarlo con insistencia; se dirige a uno de los compañeros diciéndole:

Mira compay; ésta máquina vino mala, el teclado está fallo,

¿Por qué Kalica? Le preguntan.

¡¿Cómo qué por qué?! Responde Kalica. A esta vaina le falta la letra “CH”. No la encuentro por ninguna parte; pónganme la máquina vieja otra vez.

”yo-yo-no se-se leer pe-pero tengo quien me-me escriba”.  

Chama

Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga

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