Los Cachos de Marunga: Faltan cinco pa´ las doce

Los Cachos de Marunga: Faltan cinco pa´ las doce

El 31 de diciembre o esperando el Año Nuevo, como se dice popularmente, era el momento que tenían los muchachos para aprovechar la oportunidad de meterse unos traguitos a escondidas porque “tamos en año nuevo” dicho tradicional. Las reprimendas por parte de los mayores no se hacían esperar cuando los carajitos se atrevían a beber vino “Pasita”, vino “Sansón”, cerveza, ron, brandy o champaña, escurriendo cualquier resto de estas bebidas que  dejaran “mal puestas” o en cualquier sitio solitario de la casa.

Un día de esos, siendo c como las 8:00 de la noche, Napoleón “Napo” Ordaz quien tendría como trece o catorce años, sacó de la tienda Mercantil Porlamar- que con la llegada del Puerto Libre pasó a llamarse  “Valentina’s” – de sus padres Vicente Ordaz y doña Valentina de Ordaz, una caneca de güisqui “Los Monjes”. La caneca era un envase de cerámica especial que contenía el licor; nada de botella como era lo normal. ¡No señor!… ¡De caneca! La etiqueta traía impresa en letras doradas la inscripción “SPECIAL DE LUXE”. Se encompincha con Rodolfo “Yopo” Ordaz y Carlos “Marunga” Mujica y les dice:

_ ¡Coño Marunga, Rodolfo! Vamos a echarnos esta caneca de güisqui allá en la avenida el Paseo antes de que suene el cañonazo; estamos pendientes y vamos a las casas de cada uno a tiempo de esperar que “parta el año”.

_ Ok Napo– dice Rodolfo- al tiempo que pregunta:

 ¿Y cómo hiciste pa`conseguír la bicha? Yo nunca he podido sacar una de esas de los falsos (*) de la casa. Su mamá, doña Concha Ordaz de Rojas, como practicante del contrabando, comerciaba con licor y otras mercancías consideradas de venta ilegal para entonces.

_ Me metí en la tienda y la saqué del depósito. Vamos a echarnos unos palos antes de que sean las doce- responde Napo, mostrando con orgullo su trofeo.

Mientras se echaban sus tragos escuchaban la música navideña  proveniente de la emisor Radio “Nueva Esparta” que quedaba en la calle La Marina cerca del final de la calle Mariño en Porlamar, sitio que habían escogido para pasar su noche esperando el Año Nuevo, sentados en uno de los tantos bancos que había a lo largo y ancho de la avenida.

_” ¡Yaaaaaa son las once y veiiiiinte minutooooos de esta uuuuuultima noche del año viejoooo! ¡Faltan cuarenta minutos para que se vaya!”  Se oía decir al locutor que estaba de guardia en la emisora para ese momento. Podría ser Pedro Brito Gamboa, Miguel Ramón González, Virgilo Ene Velásquez, Germán Barreto Torres u otro de los tantos que pasaron por la de “un grito en el mar, eco de un pueblo¡Falta poco para que todos en su casa griten FELISAÑO! Napo, Yopo y Marunga seguían disfrutando del güisqui robao que tenían en sus manos.

_Yo traje chicle de hierbabuena y pepsina para matar el olor a aguardiente y no nos descubran en la casa y nos vayan a joder- decía Napo.

¡Échese un palo ahí maestro! Le decían a cualquiera que pasara por allí; hasta los borrachitos del sector, que nunca faltan, aprovechaban la oportunidad.

¡Felisaño mijo querido! ¡Un palo ahí pa´celebrá! Era lo que se escuchaba a cada momento…  el tiempo pasando y ellos gozando un puyero. “¡Faaaaaalta pocoooo”! seguía diciendo el locutor desde la emisora de radio.

_ ¿Coño qué hora es? Pregunta Marunga- ese palo me regañó– agrega después de quitarse la caneca de la boca tras un largo trago.

-Tranquilo mijo– dice Rodolfo, ¿No oíste que por la radio dijeron que faltan  cuarenta minutos para el cañonazo? ¡Échate otro palo!

Mira Rodolfo- agrega Napo. Eso lo dijeron hace rato. ¿Tú sabes cómo es la vaina? ¡Faltan diez minutos pendejo! ¡Vámonos pa’las casas porque si no, nos van a joder; mejor nos vamos!

¡A corre compay que falta poco! Gritan los tres casi al mismo tiempo. ¡A corré to’el mundo! Cada uno sale corriendo para su casa: Napo hacia donde hoy es el boulevard Guevara ya que su casa quedaba en la tienda Valentinas; Marunga, iba más cerca, para la calle Libertad detrás de donde quedaba el otrora concejo Municipal entre las calles Maneiro y Arismendi y Rodolfo más allá de la plaza Bolívar en una calle lateral al colegio nuestra Señora del Valle o de las Monjas. En plena carrera Rodolfo les grita:

_ ¡Después del cañonazo dan el felisaño y nos vemos en mi casa a las 2:00 de la mañana; la vaina está buena; Concha y Chucho se van a contentar si van para allá, ok?! ¡Está bien! Respondieron Napo y Marunga pero sin detener la carrera, lo que les permitió llegar a sus casas a tiempo de recibir el año nuevo, como contaron más tarde. Luego estaban donde doña Concha como habían acordado, cada uno haciendo lo normal: abrazando a las familias y amigos que se habían reunido allí expresando el tradicional ¡felisaaaaañoo!; felisaaaaaañoo!

Rodolfo cuando hablaba, se colocaba una mano al lado de la boca  como escondiendo algo. Chucho Rojas, su papá, se le acerca y le pregunta:

_ Mira mijo querido, ¿Acaso tú por casualidad te sacaste una muela o te duele un diente mijo? ¿Por qué tú hablas como escondío? ¡Sopla aquí carajito! Le dice al tiempo que le acerca la nariz a la boca, ¡sopla aquí! Rodolfo no tuvo tiempo a nada y… ¡Mire carajo! Con razón no te vi temprano por aquí. Estás hediondo a aguardiente. ¿Qué vaina es esa? ¡Váyase al cuarto de arriba y no salga! Ve a Napoleón y Marunga que están tan tranquilos y tú bebiendo escondío. ¡Váyase pa`l cuarto carajo!

Pasó un largo rato, la gente conversando y riendo por lo que le había pasado al Yopo… ya casi al amanecer, aprovechando que Chucho se había dormido, apareció Rodolfo con una cara de arrepentío; se acerca a Marunga y Napo y les dice:

¡Qué vaina chico! Papaíto se dio cuenta que yo había bebido güisqui y me regañó. ¿Cómo se daría cuenta el gran carajo? Cuando fumo escondío el chicle no falla. ¿Por qué ustedes no hablaron nada nojoda? Y le responde Marunga:

_ Qué bolas Yopo. ¿Tú crees que  un chiclito de hierbabuena o pepsina va a quitar el olor a güisqui después de beber tanta vaina de esa, y puro? Si tú hubieras hablado normalmente, no pasaba nada. Pero esa vaina de hablar tapándose con la boca, es raro. ¿Tú crees que Chucho es pendejo? ¡Jódete!

¡Ja ja! ¡Qué bolas tienes tú Rodolfo!-dice Napo. Vamos pa`mi casa a seguí bebiendo escondío. Allá no hay nadie porque todos se fueron para Los Hatos y les dije que me quedaba aquí contigo donde Concha.

_ ¡Coño vámonos pa`llá! Eso sí Napo, que sea Los Monjes y de Caneca– dijeron las dos joyitas de Rodolfo y Marunga. ¡Felisaño! Gritaban al momento que salían de la casa de doña Concha Rojas.

(*) Falso: lugar para ocultar mercancía de contrabando como licores, ropa, lencería, calzado, perfumes, etc. Podía ser una cisterna o espacios para camuflaje  en las paredes de la casa. El contrabando se consideraba ilegal para la época pero sirvió a mucha gente para levantar su familia honestamente.

Tomado del libro: «Al que nada le pasa» de Carlos Mujica “Marunga

Únete a nuestro canal en Telegram.

¿Eres talento venezolano y deseas que publiquemos tus notas y sonemos tu música? Envíanos el material a otilcaradio@gmail.com

Compartir