Palestra Insular:  Isla de Azul y Viento

El 6 de julio de 1994 cuando hacía mis crónicas en el Diario del Caribe ubicado en cerca del Liceo Nueva Esparta recibí el libro “Isla de Azul y Viento” obsequio del fraterno Leopoldo Espinoza Prieto que en ese momento era Vicepresidente de la Editorial del Caribe y con estas palabras “Para mi apreciado amigo Manuel Ávila, expresión de una generación margariteña que sabe asumir su compromiso con la tierra y su gente”. Desde ese día empecé a escudriñar en la poesía del azul de Luis Beltrán Prieto Figueroa y al poco tiempo el mismo Cronista de Arismendi en estos tiempos me obsequió otro libro del Maestro Prieto “Mural de mi Ciudad” con otra dedicatoria más o menos parecida.

Dos libros de la creación poética del poeta Prieto Figueroa que forman parte de la creación literaria de un hombre con gran profundidad en el pensamiento y que aún cuando sus amigos no creían en su grandeza poética se soltó las alas para comenzar a volar por el universo de la creación poética. Entiendo los miedos de sus amigos como Efraín Subero el primer sorprendido de la obra poética de Luis Beltrán y que tuvo mucho temor que su coterráneo quedara mal parado ante la sociedad venezolana. Solo Prieto confiaba en su creatividad y puso todo su corazón en cada verso para tejer y destejer imágenes que escritas en versos o en prosa poética o histórica plagaron de cromatismo el azul y el verde de los mares y montañas y por supuesto definir los rasgos de sus paisanos con sus costumbres y lenguaje pueblerino le dan un carácter mágico a su creación.

En “Isla de Azul y Viento” el poeta asuntino en el Poema “Tu voz en el viento” le rinde honores a su Margarita del azul y del salitre, de la playa solitaria y de la ola salvaje.

“Vengo de un pueblo
de cristalina estirpe
y voz rasgada
Vengo de un pueblo azul
de mojada cintura
y mano dura”.

En alumbramiento de Paraguachoa” el poeta le dedica sus imágenes al universo y a la génesis del hombre y pretende estudiar el tiempo de los hombres.

“La nebulosa misma, génesis constelado
era luz en la altura del sol incandescente
fluían estrella: Orión, La Cruz del Sur,
Las Cabrillas, cometas, luceros incontables
Nadie miraba el Parpadeo del cielo”.
“La noche, el día, corrían dislocados
pisándose las huellas. 
La aurora y el crepúsculo eran sólo momentos
 en un mismo proceso”.
“El tiempo no tenía brida de relojes
ni nada que pudiera señalar calendarios,
No era tiempo de dioses de las cosmogonías
metáfora del hombre, confuso en desconcierto”.

Y le cantó a Paraguachoa con la pasión que se le canta a una mujer amada.

“De ese surgimiento de las islas nació Paraguachoa
de hirviente mar de peces y cantos de las aves
de alas multicolores y plantas de sequía
animales veloces sobre el quebrado suelo.”

En “El Descubrimiento” el Maestro Prieto describe nuestras islas de azul y viento con la precisión matemática de un poeta que usa la crítica certera para desvestir a los conquistadores con su violencia y maltratos.

“El virginal estrecho fue violado
por agresivas quillas
para un descubrimiento de islas amorosas
arrulladas de viento en cuna móvil…

En dónde nace el mar” el poeta Prieto Figueroa rinde tributo a los paisajes hermosos de Margarita y con verbos de movimiento y adjetivos en cascada pinta con sus mejores expresiones el paisaje margariteño.

“La gaviota vigilante con alas de flecha enarcada,
el tardo alcatraz que se mece en la ola,
las aves pasajeras que navegan en el azul contra el azul en vuelo”
“Cuanto tocas resuena con nota desatada y armoniosa:
bocina, acantilado, acantilado, espumas
las quillas crujidoras, las jarcias remecidas
crepúsculos de sombras vacilantes gritan como doncellas sumergidas
 auroras de incendiadas trinitarias son risas cristalinas que disipan las sombras…

En Isla de Azul y Viento el poeta le da a su Margarita un regalo poético que eleva hasta el infinito el amor su tierra y por su gente.

A la Isla de Coche también le rinde tributo el poeta en un poema titulado “Isla de Coche” y donde una de las tres perlas de Nueva Esparta recibe el reconocimiento a su belleza.

“Desde el barco en la proa
mirábamos distante
hilos blancos de arena”
“Sobre la mar avanza la nave marinera
En aguas de Esmeralda sumergida
cual ballena tendida entre las olas
se anuncian los repechos de la isla”.

La Isla de Azul y Viento fue el libro de poemas elegido por Luis Beltrán Prieto Figueroa para rendirle a sus 70 años un tributo a sus islas que amaba tanto y que por sus compromisos políticos dejó de disfrutar por largo tiempo. Así le cantó a su tierra, a su mar y a sus espacios que vivió en su infancia y que por razones de tiempo había dejado abandonadas a su suerte el porvenir de sus coterráneos. Y no consiguió una mejor manera que hacerse poeta para dibujar con palabras como un gran pintor la inmensa metáfora de su pasión por Margarita. Y por eso acude a la filosofía para dejarnos por escrito un mensaje eterno que todavía bulle en el alma insular:

“En el tiempo trajinado
cada pisada deja
su marca apresurada:
la huella es un instante
que lo borra otra huella”.

Y va más lejos cuando escribe para referirse al fin del camino:

“No me queda nada por profanar, nada por soñar
He gozado de todo, y sufrido/
No me queda sino resignarme a morir”.

Texto y recopilación: Manuel Ávila (Cronista de Nueva Esparta)

Foto: Referencia

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