Pedro Emilio Coll, fue un periodista escritor, ensayista, político y diplomático venezolano, fundador de la revista Cosmópolis, se le reconoce como uno de los principales promotores del modernismo literario de Venezuela.
Pedro Emilio Coll, prodigioso narrador venezolano, uno de los primordiales creadores del modernismo en su país.
Era hijo de Emilia Núñez Márquez y Pedro Coll Otero, un tipógrafo y editor, propietario de la Imprenta Bolívar, que contagió a su hijo el virus literario; el propio Coll solía recordar además a su vieja aya Marcolina, quien le habría llenado la cabeza de niño con toda suerte de cuentos infantiles.
Después de estudiar en el colegio La Paz, dirigido por Guillermo Tell Villegas, dejó inconclusos sus estudios universitarios para lanzarse a la aventura de una carrera literaria.
Pedro Emilio Coll es el autor de Palabras (1.896). Posteriormente se publica El castillo de Elsinor (1.901), miscelánea donde aparecen, además de sus meditaciones ensayísticas, cuentos.
Su obra narrativa, aunque más bien breve, se ajusta a una búsqueda que apunta a la abreviatura y perfección formales.
Sus ensayos pueden adquirir un tono narrativo o sus relatos en muchas ocasiones tienen un matiz reflexivo e irónico, lo que nos hace pensar en su obra como una manifestación de literatura híbrida, que recurre al diálogo de géneros para expresar su diversidad y multiplicidad.
El diente roto, está considerada su obra más original. En 1.925 aparece la primera edición de su cuento, Las divinas personas, considerado como su obra mayor.
Coll fue una de las figuras destacadas de la prosa modernista hispanoamericana.
Como casi todos los escritores venezolanos de su generación, halló en la carrera diplomática un alivio económico y un método seguro para viajar fuera del país y entrar en contacto con la cultura europea.
Recién casado con Paulita Borges Delgado, en 1.897 partió al Reino Unido como cónsul en Southampton, residiendo en Londres y París.
En esta ciudad tuvo a su cargo la sección «Letras Hispanoamericanas» de la prestigiosa revista «Mercure de France«.
A pesar de que Pedro Emilio Coll rechazó siempre con energía el nombre de maestro, no se puede negar que su actividad literaria fue una constante cátedra de filosofía y buen gusto.
A las últimas generaciones del país las estuvo guiando hasta su muerte, acaecida en 1.947, con palabra reposada, franca y repleta de sabiduría.
Las historias de la literatura venezolana al uso sitúan a Coll en la primera generación de modernistas venezolanos, junto con Pedro César Domínici y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, con quienes fundó, a los 22 años, la revista Cosmópolis, de corta vida pero duradera influencia en las letras del país.
Adscripción que sería ilógico refutar, aunque la verdadera patria literaria de este caraqueño fue una extraña mezcla de conservadurismo político e ironía en el manejo del lenguaje.
Sus maestros confesos fueron los franceses Anatole France y Maurice Barrès; para lograr lo segundo, se dejó guiar por el gran maestro de la paradoja y el epigrama lacerante: el inglés Oscar Wilde.
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