Rafael Arévalo González:  Periodista, escritor y telegrafista

Rafael Arévalo González fue un opositor al régimen de Juan Vicente Gómez. En su adolescencia, se enamora del invento de Samuel Morse y se hace un profesional de la telegrafía. En el peregrinar por las mesas del telégrafo, adquiere una pasión casi exorbitante por el derecho inmanente de la libertad. Piensa, con Rousseau, que el hombre «...naciendo libre, doquiera lo vemos en cadena...».

Su obra propiamente literaria resulta discutible. Sus novelas Escombros (1892) y Maldita juventud (1904) resultaron fallidas pues en ellas vertió, respectivamente, sus preocupaciones sobre la corrupción política durante el régimen de Raimundo Andueza Palacio y su angustia ante el contagio de las enfermedades venéreas; no son obras de imaginación pura sino trabajos en los cuales la creación está contaminada con las tesis que el autor sostiene en ellas.

En 1892, funda, junto con Odoardo León Ponte, el diario El Pregonero en cuyas columnas desarrolla una intensa actividad editorial en contra de la corrupción imperante en el medio político venezolano de la época. Redactor de la revista Atenas (1913), mantiene una actitud de oposición al régimen del general Juan Vicente Gómez, al proponer y lanzar en las páginas de El Pregonero a un candidato de oposición para las pretendidas elecciones de 1913, el jurista doctor Félix Montes. Fue por ello enviado a la cárcel de La Rotunda (1913-1922). En 1928 fue apresado de nuevo por el gobierno, por haber defendido a los estudiantes involucrados en los acontecimientos de febrero y abril, mediante una carta que envió al propio general Gómez. Esta vez estuvo detenido en el castillo Libertador de Puerto Cabello (1928-1932).

En 1934, inició la redacción de sus recuerdos personales, que dejó inconclusos. Las memorias de Arévalo González, publicadas por primera vez en 1977, son el retrato fiel de un hombre que, como pocos, fue testigo de una época difícil de la evolución del país; contienen un interesante bosquejo del tiempo comprendido entre 1888 y 1913. Quizá una de las partes más interesantes son sus relatos en torno al corrupto gobierno de Andueza Palacio (1890-1892). Es rudo en sus juicios; a Andueza lo llama el Borracho de la Casa Amarilla y sobre los orígenes del golpe continuista para alargar el período presidencial escribe que «…bien puede decirse que los principales inspiradores del continuismo fueron Sebastián Casañas y el brandy Henessy». Son así mismo de utilidad las narraciones que hace sobre el gobierno de Joaquín Crespo y sobre el atentado electoral de 1897; también es desmitificador el relato que hace en torno a Jorge Bello y su actitud en el ataque al castillo de San Carlos, en la entrada del lago de Maracaibo, durante el bloqueo de 1902. 

Fuente: Fundación Empresas Polar

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