San Agustín: La parroquia salsera de Caracas

No es lo mismo bailar salsa en cualquier punto de Caracas, que bailar salsa en San Agustín, allí la salsa se te mete en las venas, te transforma para siempre.

La historia comienza en 1830, cuando nuestros antepasados negros se asentaron en esta zona de la ciudad, dejando atrás la tierra ardiente de Barlovento pero no su tambor. Ese sí se lo trajeron y más nunca lo soltaron. Hoy suena y se multiplica en las manos de los habitantes de la parroquia, cuna de cantantes y músicos que hoy son reconocidos en el mundo entero.

Desde el barrio El Mamón pasando por El Manguito, La Ceiba, Marín, Hornos de Cal y La Charneca, la parroquia es memoria viva y lugar de acontecimientos importantes que, inclusive, alcanzaron a toda la ciudad, como la gran inauguración del Nuevo Circo de Caracas, en enero de 1919, lugar donde cada semana se daban cita personas de toda Latinoamérica para disfrutar de las corridas de toro, en tanto artistas internacionales como Jorge Negrete, Pedro Infante, Libertad Lamarque, Mario Moreno “Cantinflas” y María Félix, entre otros, gozaban en el mismo lugar de la proyección de clásicos latinoamericanos, en festivales de cine repletos de espectadores, como refiere José Agapito Hernández en su texto De hacienda La Yerbera a parroquia civil San Agustín, editado por la Fundación Bigott

El Grupo Folklórico Experimental Madera, patrimonio cultural de San Agustín y del país; el Grupo Pan, liderado por el percusionista Carlos “Nené” Quintero; la gloria del boxeo venezolano, César “Chivo Negro” Orta; la emisora radial Ayre, la primera experiencia de la radiodifusión en Venezuela que fuera cerrada en 1928 bajo la dictadura del presidente Juan Vicente Gómez; el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda en 1952, en un tiroteo en la avenida principal de la parroquia; más todas las veces que en el Teatro Alameda se presentaron Celia Cruz, La Sonora Matancera, Benny Moré y La Orquesta Aragón; todo forma parte de la magia que describe a San Agustín.

Esta es la parroquia que nunca duerme porque está tocando su propio guaguancó de norte a sur, con trabajo y con pasión, como hace dos siglos lo hicieron los negros esclavos y como nosotros, a nuestra manera, lo seguimos haciendo.

Fuente:  Arianne Cuárez / https://www.historiasquelaten.com/

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