El Mucuchíes Perro Nacional de Venezuela

Peludo, grande, cariñoso, valiente y sagaz. Así es el Mucuchíes, el can originario de los páramos merideños que en 1964 fue declarado Perro Nacional de Venezuela.

La raza comenzó a perfilarse hace más de cuatro siglos, cuando los conquistadores españoles se adentraron en la cordillera andina y comenzó el cruce de perros como el Mastín de los Pirineos, Mastín Español, Pastor de Atlas y Gran Pirineo, traídos a América para pastorear ovejas.

Como todo perro de montaña, el Mucuchíes es de gran tamaño, atlético, robusto, imponente y de mirada profunda. Son de andadura ágil, armónica, libre, elástica, potente y de pasos amplios. Es un perro inteligente y valiente. Posee una gran energía e instinto de vigilancia, siempre en estado de alerta. Suele ser muy manso y defensor de sus protectores, pero desconfiado y fiero con extraños. Es obediente y vivaz“, detalla la página web de la Misión Nevado.

Su principal característica es su tamaño y pelaje. Predomina el fondo blanco, sobre el cual puede presentar manchar negras, marrones, grises, beiges o atigradas.

En Caracas es común ver algunos ejemplares que se encuentran en resguardo recorriendo lo alto del Waraira Repano, en los alrededores del Hotel Humboldt, donde hay un clima de montaña similar al de Mérida.

Un perro libertador

El perro Mucuchíes toma su nombre de la población andina por donde pasó Bolívar el 8 de junio de 1813, en el marco de la Campaña Admirable, donde le fue obsequiado un joven ejemplar de esta raza al que bautizó Nevado.

Está documentado el amor que profesó Bolívar hacia este animal al cual convirtió en su compañero y al que alimentaba de su propia mano. Fue mascota del ejército Libertador e incluso llegó a ser prisionero de guerra al ser apresado por el bando realista comandado por José Tomás Boves, del cual logró escapar, en la Batalla de La Puerta.

Ocho años después de su encuentro, Nevado murió atravesado por una lanza en la Batalla de Carabobo, el 24 junio de 1821.

En Mucuchíes hay una estatua de Bolívar acompañado de Nevado y de Tinjacá, un indio originario de esta población que se dedicó personalmente al cuidado de Nevado desde que era un cachorro hasta su muerte. Con este monumento se le rinde homenaje a esa amistad a prueba de guerra.

Fuente: AVN

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