Hoy 3 de noviembre se celebra el Día del Joyero, en honor al nacimiento de Benvenuto Cellini en el año 1500, escultor y joyero, y recordamos a un hombre que dejó huellas en el arte del oro, la plata y las perlas: Jesús Santiago Velásquez Millán, representante de esta dorada artesanía en nuestro valle sanjuanero.
Los hombres como forjadores de sueños, a través del tiempo, van marcando huellas en los anales de la historia. Así construyen dentro de su cotidianidad, poniéndole alma y corazón a su “HACER”, los cimientos que sostienen la idiosincrasia que legitima la identidad y los valores de los pueblos.
Jesús Santiago “El Pollo” Velásquez Millán, es ejemplo de esta realidad, demostrada a través de sus años dedicados a labrar con ingenio el oro, la plata y las perlas. Fue en el año 1922, el 31 de julio, en una casita situada entre las palmeras, en todo el centro de Fuentidueño, hermoso pueblo enclavado en las montañas, donde se inicia el Valle de San Juan Bautista, en el hogar de Santiago Velásquez y Julia Millán, vino al mundo un niño al cual bautizarían con el nombre de Jesús Santiago.
Sus primeros años transcurrieron entre las correrías propias de su edad. Por recomendaciones de su abuela materna Ángela Millán Velásquez, se traslada a Porlamar a casa de Pedro “Perucho” Millán, evocando esta parte de su vida dice: “Perucho era mayor que yo, en casa de su mamá, vi por primera vez la joyería… allí teníamos todos el taller, los conocimientos de él los aprendió con los joyeros de aquella época”, entre los cuales recuerda a Jesús Lárez, Los Morales, Los Millán; entre estos últimos José del Carmen Millán, de quien todos sus hijos fueron joyeros.
La Tradición se fue perdiendo, apenas se quedó en Porlamar Antonio Millán con su “Joyería Millán”. Después de hacer una pequeña estadía por los campos petroleros del Estado Zulia, regresa a Fuentidueño y en 1940 comienza a trabajar con Esteban Noriega en su Taller de joyería, con un sueldo de dos bolívares, su destreza fue reconocida y ya se hablaba de lo artístico de su trabajo, y el joven Jesús Santiago fue seleccionado para trabajar con Perucho Millán, en su joyería de Porlamar, es allí donde conoce a los Ávila: Juan y Rafael, representantes e la idiosincrasia insular en la mercadería perlífera, convirtiéndose, hasta estos días en orfebre de confianza de la esta familia dueña de la Casa Ávila y único tallador de perlas de Margarita.
Fueron muchos años dedicados al trabajo de forjar joyas, con oro, plata y perlas. Jesús Santiago pertenece a esa pléyade de hombres que vieron en el arte de la orfebrería la esperanza de un sueño para salir adelante, y representa un patrimonio viviente de una historia:
La Orfebrería que, desde San Juan Bautista, ha recorrido el mundo entero. Ejemplo de constancia y perseverancia.
En la tarde del 9 de diciembre de 2004, falleció mi amigo Pachú, dejando una tristeza inmensa que aún se siente en su taller.
(Verni Salazar en SENDAS DE DATILEROS 2006)
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