Como elemento principal de nuestra margariteñidad, está la identidad cultural que es la parte medular de todo este gentilicio, lo que nos caracteriza como pueblo, y nos da esas particularidades tan específicas, reconocidas por todos, nuestra identidad es la bandera que flamea en nuestros corazones y es la antorcha que ha pasado y seguirá pasando de mano en mano, de generación en generación, hasta llegar a nosotros, por eso tenemos la responsabilidad de no permitir que en nuestras manos se extinga la llama de nuestra identidad.
La puesta en valor de todo el conjunto de elementos que impregnan y dan realce a la identidad margariteña es nuestro principal compromiso, sentirnos orgullos de nuestras raíces es darle sublimidad a lo que somos como individualidad formada en el crisol amalgamado que en colectivo construyeron nuestros ancestros y que han tratado de mantener vivo las descendencias siguientes.
Parte de la identidad insular, está dada por su patrimonio cultural, tanto tangible como intangible, que es la expresión de lo que hemos sido desde siempre. Molano nos dice: “El patrimonio es la identidad cultural de una comunidad y es uno de los ingredientes que puede generar desarrollo en un territorio, permitiendo equilibro y cohesión social”, lo que coloca nuestra identidad cultural insular como factor de gran importancia, yo diría esencial, a la hora de realizar planes en todas las áreas del desarrollo, sobre todo en turismo, ambiente y ordenación territorial, de lo contrario al no tomar en cuenta nuestra identidad, podríamos hablar de “Planes sin sentimiento, sin pertenencia” fuera de contexto cultural.
Por eso al entender la cultura “como algo vivo, compuesta tanto por elementos heredados del pasado como por influencias exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente”, que se desarrolla en un territorio determinado, para producir un legado tan valioso que es nuestro Patrimonio Cultural, nos vamos encontrando con nuestra identidad cultural, que valoriza internamente el sentido de pertenencia, a nuestra margariteñidad, en la cual nos encontramos, nos damos las manos, vemos nuestros corazones, al compartir costumbres, valores y creencias.
Entonces, si la Identidad Cultural está ligada a nuestra historia, forma parte de nuestra memoria, nos ayuda a reconocer el pasado y nos da los elementos simbólicos o referentes para construir el futuro, puedo afirmar que la perennidad de nuestra identidad cultural insular neoespartana, está viva en nuestras raíces.
(Verni Salazar, 20 VII 2020, HUELLAS Y PRESENCIAS INSULARES).
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