A comienzo de la década de los 80s, en el año 1982, con un petróleo bajando de precio y una Bolívar sobre valuado, llevaba a Venezuela a las puertas de su primer gran desastre económico. Tanto el gobierno como los empresarios del país buscaban con desespero capitales externos que inyectaran dólares en la golpeada economía nacional.
En medio de esta circunstancia, el empresario Juan Manuel Mezquita, propietario de minas de oro Guayana, luego de mucha insistencia, conoce a un supuesto jeque árabe de nombre Alá Al Fadilli Al Tamini que estaba de vacaciones en Curazao, “con intenciones de invertir más de 500 millones de dólares en la zona del Caribe”.
Mezquita logra la reunión, y para tratar de convencer al sonado jeque, llena frasquitos de dulce de leche con pepitas de oro de sus minas como regalo y muestra de la riqueza y beneficios de invertir en Venezuela. El jeque acepta la invitación del venezolano a viajar a Caracas y a invertir en la banca nacional, petróleo y empresas de minería con millonarias sumas de dinero.
Al conocerse la noticia, importantes empresarios del país hicieron lo imposible por conocer y permanecer cerca del “árabe multimillonario” quien ofreció una fiesta para darse a conocer. El jeque regaló a varios empresarios venezolanos pepitas de oro para “demostrar su riqueza”, pero no eran sino las mismas pepitas que recibió de Mezquita en Curazao.
El árabe abrió dos cuentas bancarias, una en el Banco del Caribe por 300.000 bolívares y otra en el Banco Royal Venezolano por 60.000 dólares. Entre fiestas y fiestas, “mostraba su gran riqueza y honestidad”, fue embelesando a los millonarios caraqueños que cayeron rápidamente en su encanto, pero curiosamente este personaje solo pagaba con cheques.
Aprovechando la lentitud del sistema bancario de la época para la confirmación de cheques de viajero y la credibilidad que había generado en el Jet Set caraqueño, el famoso jeque planificó en el Hotel Tamanaco una gran celebración donde confirmaría sociedades de negocios con empresarios venezolanos, para la fiesta encargó pagando con cheques falsos una importante cantidad de relojes marca Rolex, para obsequiarlos entre los asistentes, también encargó al modista de los presidentes, el señor Clement, varios trajes costosos para la ocasión, igualmente pagando con cheques. Toda la cuenta del hotel, la fiesta, recepción y empresas tercerizadas también los pagó con los cheques.
El jeque durante la fiesta ofreció invertir 100 millones de dólares de su cuenta personal para un negocio en Venezuela, por lo que solo esa noche entre los asistentes logró recoger 10 millones de dólares de los empresarios caraqueños para participar del negocio y sus ganancias.
Nadie le dio importancia a que el excéntrico jeque bailaba perfecto la salsa y tomaba exageradas cantidades de whisky, algo nada común en un jeque árabe.
El 25 de agosto de 1982 el jeque hace su última fiesta para seguir recaudando cantidades multimillonarias para hacer negocios, en horas de la madrugada se despidió de los asistentes y se fue a dormir. Fue la última vez que lo vieron. Se estima que el jeque recogió en su estancia en Caracas al menos 20 millones de dólares.
Solo el hotel Tamanaco perdió 400.000 bolívares por consumo del jeque, hecho que no denunciaron a las autoridades por vergüenza pública, sin contar de las cantidades multimillonarias que perdieron los inversionistas, y cada uno de los servicios para las fiestas que se pagaron con cheques.
A la mañana siguiente empieza “la resaca de una estafa de película” a los grandes empresarios, por parte del Jeque gozón que se bailó a Caracas dejando pérdidas millonarias en cheques rebotados.
Pese a que casi ninguno de los estafados quiso denunciar por vergüenza pública, el caso quedó a cargo de la PTJ y de Fermin Marmol León, quien viajó hasta la ciudad de Miami para buscar al delincuente, pero nada se pudo hacer, no estaba ni siquiera en el radar de los organismos internacionales, y nunca más se supo de él.
La prensa hizo todo un alboroto de la situación y en los meses siguientes los bancos, empresas y demás negocios colgaban avisos con el siguiente texto: “POR MEDIDAS DE SEGURIDAD NO SE ACEPTAN CHEQUES, NI JEQUES”.
Con información de:Francisco Pérez / https://venezuelainmortal.com/
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