Las primera casas en Porlamar

En su obra inédita “Centón” escribe Don Eduardo A. Ortega que “des­truida la población en la guerra de independencia había para 1830 tres o cuatro cuartuchos de bahareque como resto”. El año 1817 la tenaz resistencia opuesta por Joaquín Maneiro a Morillo desde los Barales hasta la Cruz del Pastel y la de Luis Gómez en Porlamar, ensoberbecieron a Morillo quien al obligar a los patriotas a replegarse hacia el Valle de Espíritu Santo se apodera de Porlamar, lo in­cendia y destruye el fortín de la Puntilla. Morillo persigue a los patriotas hasta el Valle; pero éstos tramontan la montaña que circunda al Valle y, llevándose la imagen de la Virgen consigo, van a re­calar a El Maco y Santa Ana del Norte. El Valle también quedó arrasado por el fuego.

A partir de 1830 Por­lamar renace a costa de los habitantes de Sabana Grande y Conejeros quienes se trasladan a esta po­blación. El Subteniente José Jesús Campos Velásquez, venido de Sabana Grande, edificó una sala con galería. Es la casa piloto de Porlamar, aun en pie. Está ubicada al final de la calle Arismendi cruce con la Marina. Campos Velásquez apuntaló su esquina con un cañón que perteneció al destruido fortín de la Puntilla.

Otra casa fue edifica­da por el carpintero mayor Vicente Rodríguez. Medía 12 varas de largo por 30 a 33 de ancho. Estuvo situada en el cruce de las calles Guevara y Velásquez. Esta casa sirvió de Iglesia, de sede del primer Concejo Municipal del Distrito Mariño y de local de la primera farmacia que hubo en Porla­mar.

Entre los años 1830 y 1833 se construyeron pocas casas en Porlamar. En estos mismos tiempos don Jerónimo Ortega, venido de los Conejeros, edificó una casa. Existe todavía al final de la calle Guevara, cruce con la Marina. Esta casa da nombre a la esquina por el cañón colocado en ella.

Estas tres casas y la que en 1835 construyera Juan Alfonzo tipificaron la fisonomía topográfica del trazado rectilíneo de las calles de Porlamar. Con celo cuidaron, tanto la ciudadanía como las autoridades que ese trazado a cordel de las calles se mantuviera. Cuando alguien pretendió romper este ordenamiento encontró fuer­te oposición que impidió su desafuero. Se cuenta que un cacique de pueblo prevalido de su influencia pretendió edificar fuera de los límites establecidos. Se llegó basta él, el Síndico Procurador Municipal y ordenó la paralización de la obra y el retiro de la misma la límite fijado. Pero no fue obedecido. Solicitó apoyo de la autoridad civil correspondiente quien ordenó destruir lo que se había edificado y que levantara la obra donde ordenaba el Síndico. Desde entonces nadie se atrevió a construir en sitio antojadizo.

Don Eduardo Ortega afirma que “desde el 1843 tomó incremento la población hasta llegar a ser la primera de Margarita por sus habitantes y comercio hoy”.

(Tomado de PORLAMAR: GLOSA PARA LA HISTORIA DE UNA CIUDAD MARINERA de Jesús Manuel Subero, 1967)

Foto: Puerto de Porlamar E. Avril (1897)

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