Los Cachos de Marunga: Contrabandista de lujo

El señor Toribio García  y su inseparable doña Delfina, residía al lado de la casa de nuestra abuela materna María Romero en la calle Libertad de Porlamar, donde tenían una máquina eléctrica para moler el maíz previamente sancochado y convertirlo en masa para preparar nuestras arepas; además se dedicaba a contrabandear, actividad de mucho uso en la Margarita de entonces, traficando con whisky (güisqui), sábanas, pantalones Ruxton y Paramount, camisas Manhattan, pañuelos Pirámide, cigarros Winston  y  Camel, jabones de lechuga, alcoholados Pingüino y Puerto Rico, mocasines Apache y otras tantas cosas que entraban ilegalmente al territorio, algunas de las cuales guardaban en nuestra casa, por lo que nunca faltaba, de vez en cuando y de sorpresa una “revisión” de la Guardia Nacional.

Tenía el viejo Toribio un nieto que para la época estudiaba en Caracas y cuando venía de vacaciones alardeaba de su vida en la capital, lo que hacía que su abuelo Toribio le dijera de manera cariñosa que “era muy faramallero”. En una de esas vacaciones aprovechó la presencia del nieto para que colaborara con la faena contrabandista ya que había una mercancía para trasladar desde Boca del Río hasta Porlamar y el encargado de hacerlo se enfermó; para esto, don Toribio le explica cómo hacer e “mandado”; mira carajito, pon atención: 

En boca e’ río hay un carro marca Chevrolet Impala con un falso (se le hacía un trabajo en la parte trasera del carro con unas ballestas de tal manera que al colocar peso en el porta baúl, éste no quedaba tan pegado al suelo) para que traigas paquetes o “cartones”- como se les decía para no levantar sospechas – de cigarros; envueltos en papel verde están los Winston con filtro y en papel amarillo vienen los Camel sin filtro; ¡presta atención carajo! le decía cuando el muchacho se distraía por alguna cosa. Sales de allá a las cuatro de la mañana; al llegar al puente verás a dos guardias, uno blanco con bigotes y otro más moreno; el de bigotes te preguntará qué llevas ahí y tú le dirás “pescao salao señor”; ¡así mismo! ¿Entiendes? Él te  pedirá que le des dos kilos, entonces te bajas del carro, abres el porta baúl y le das un paquete verde donde está el  Winston con filtro y uno amarillo donde está el  Camel sin filtro, luego de esto, sigues tu camino; eso está conversao. ¿Está claro? ¿Entendiste? Preguntó al terminar la detallada explicación. ¡Si- si a –  a – agüelo! Respondió el muchacho quien por cierto a veces medio tartamudeaba por lo que el viejo le decía: ¿Tas Cagao? ¡No te asustes que eso esta cuadrao!  Apréndase eso que ahora te vas pa Boca e’ Río a dormir y salgas antes de que amanezca. El muchacho pasó todo el día memorizando lo que tenía que hacer: … llego al puente… que llevas ahí… dame dos kilos… los verdes son Winston con filtro… amarillos, Camel sin filtro… se repetía una y otra vez; el de bigotes me hablará… el otro no… repetía pensando si los nervios lo traicionarían.

Llegó el momento de la faena; se levantó a las cuatro de la mañana, en el rostro se le notaba lo poco que durmió pensando en el día siguiente; salió en el carro con la mercancía siempre repasando mentalmente e imaginando el momento; llegó al puente donde efectivamente estaban los dos guardias;  se acerca el blanco con bigotes y le hace la pregunta convenida;

¿Qué llevas ahí?

_Pescao salao señor- responde el muchacho de lo más tranquilo como si nada al tiempo que tamborileaba con los dedos en la parte superior del volante. Dijo el guardia:

Deme dos kilos. Al momento de bajarse del carro se acercó el otro guardia; esto puso nervioso al muchacho y, con la tartamudez aumentada con el susto le preguntó al guardia:

¿Có- co- mo –  lo –lo  quie- quie –quiere  se- se – señor; co- con fil- fil- tro o – o sin- fil- filtro?  

…”donde te comiste tu pescao salao…

Dorila

Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga

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