La primera vez que entré al estudio del Maestro Inocente Carreño me llamó profundamente la atención un retrato de la gran pianista de América, Teresa Carreño, el cual se encontraba colocado justo detrás de su escritorio.
Más allá de la importancia de la icónica dama, desconocía la razon por la cual la había escogido para que fuese, aquel retrato, el que “presidiera” la galería de retratos y reconocimientos que engalanaban un espacio de creación artística en el que se forjó buena parte de la obra que hizo del maestro Carreño el más prolijo de los compositores de música académica del país, al punto de haber sido denominado, en alguna oportunidad, como el “Teleman venezolano”.
Años después , conversando en aquel mismo estudio, el propio maestro me comentaba, con una marcada emoción en su rostro, que el se sentía muy orgulloso de llevar el apellido Carreño, aún cuando estaba consciente de que entre él y la inmortal Teresa no existiera vínculos de consanguinidad; la vida, exclamó el maestro, ha sido tan generosa conmigo, Roki, que me regaló el apellido de dos figuras muy destacadas de la musica de este País, desde la colonia hasta nuestros días.
Se refería el maestro a que la casualidad le había provisto del mismo apellido del maestro Cayetano Carreño, uno de los primeros compositores venezolanos, nacido en el siglo XVIII y formado por el Padre Sojo (aunque sin formar parte de la Escuela de Chacao). Cayetano Carreño, vivió la mitad de su vida en el siglo XVIII y la otra mitad en el XIX; fue durante muchos años maestro de capilla de la catedral de Caracas y estuvo involucrado en el movimiento independentistas, hasta el punto de haber sido el autor de una de las primeras canciones patrióticas.
Carreño también fue el apellido de la más destacada ejecutante que haya tenido la historia musical venezolana; nacida a mediados del siglo XIX y fallecida en las primeras décadas del siglo XX, ningún otro intérprete de nuestro país ha tenido el reconocimiento y la fama que tuvo la maestra Teresa Carreño, en los más altos estratos de la música académica universal. Por cierto, nieta de Cayetano Carreño.
El maestro Inocente Carreño, nació en las primeras décadas del siglo XX y falleció en la segunda década del siglo XXI; su obra es referencia obligada de lo que algunos llaman el “nacionalismo” musical venezolano y, tal y como él llegó a intuirlo, bien podría decirse que forma parte de un hermoso hilo conductor que enlaza la música académica venezolana, desde el siglo XVIII colonial, hasta el siglo XXI. El apellido Carreño.
Casualmente el maestro Inocente también forma parte de otra trilogía de Carreños: su hermano mayor, Francisco, fue uno de los primeros musicólogos del País y llegó a estar a cargo de la dirección musical de la icónica “Fiesta de la Tradición”, motivo por el cual se le atribuyó, por mucho tiempo, la recopilación de la diversión “El Caribe”, tema que además logró incluir en los programas de música y folclore del ministerio de educación. Su hermano menor, Juan Bautista, fue un reconocido músico y compositor de bandas y director coral, llegando a estar a cargo, por muchos años, de la dirección de la Banda Sinfonica del estado Miranda, de la agrupación Los Melódicos y de varias agrupaciones Corales.
Honor y gloria a la memoria del más grande de nuestros músicos, el gran maestro Inocente Carreño.
Mtro Roki Viscuña / Patrimonio Cultural Viviente del estado Nueva Esparta
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