Mitos y Leyendas Venezolanas: Los entierros condenados o vigías

En la Isla de Margarita había personas consideradas como ricas. Rico era quien tenía casas, dinero, fincas, trenes, negocios, trojas llenas y esclavos. Los ricos para resguardar su dinero de los saqueadores lo enterraban.

El hoyo para el entierro lo hacía, por lo regular, un esclavo. Al esclavo, para evitar que revelara el secreto lo mataban y lo enterraban sobre el dinero. Así se originaron los llamados entierros condenados o “condenaos” y de vigía. Los entierros a los cuales no se les añadía el muerto, eran simple y llanamente “entierros”.

Mientras el dueño del dinero estuviera vivo y nada se supiera del entierro, nada se comentaba. Pero cuando se moría y no aparecía el dinero ni las prendas, ni en vida le había revelado a nadie el sitio del entierro, empezaban los comentarios. Se decía que salía el muerto. Que se veía la luz. Que soñaban con el difunto. Que el fallecido andaba en penas. Que el entierro era condenado o de vigía porque la luz era roja y botaba como chispazos de candela y nunca se ponía azulita como en los entierros buenos. Que el muerto cargaba la luz en la cabeza, en la boca, en las manos o en los pies.

Se aseguraba que los entierros no se podían sacar sin que el muerto se los diera a alguna persona, bien saliéndole en figura o hablándole sin que lo viera o revelándole en sueño el sitio, y que los que se conseguían ocasionalmente eran siempre por gusto del muerto que buscaba esa otra forma de darlos para no asustar a nadie.

Fuente: José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco)

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