En los años 80 exactamente en 1984 conocí a PACHACHO ROSAS en el Liceo “Gaspar Marcano ” de San Juan Bautista. Era profesor de Educación para El Trabajo que compartía cátedra con Onésimo Bellorín, Oscar Piñerúa, Luis Fernando Pereira, Luis Carrión. Había más profesores de esa materia que de las demás asignaturas y eran los docentes más jodedores del plantel quizás porque el número de horas era de mayor alcance.
Era un copeyano furibundos, un locutor a tiempo completo en Radio Nueva Esparta y un improvisador q no era segundo de nadie en esa materia.
Por supuesto había problemas humanos entre los docentes como siempre y era Mercedes Marcano del Copey de La Asunción la directora del plantel y de Sub directora Vicdalia de Hernández. En aquel momento nuestra forma de protesta eran unas décimas anónimas que PACHACHO traía ya preparadas de su natal Antolín y que llevó el nombre de “Latigazos” dónde en tima consonante se desvestían las irregularidades internas del liceo. Nunca se supo quien era el autor y solo un grupo muy pequeño entre los cuales estaban David Millán, Pastor Malaver y Cucaracha Figueroa y éste Cronista sabíamos el nombre del autor. No sé le decía nada a Eladimir Suniaga, no a Chonchón por asuntinos, ni a Francisco Prieto por chupeta de ajo, no a Luis Vásquez por Lengua de hacha y menos a Juan Lunar por ser amigos de la directora. Así estuvimos casi 10 años dando que hacer entre versos y rimas que PACHACHO con su magia versificadora ponía puntos y comas con letras de oro para elevar en el anonimato de sus versos los célebres latigazos.
Después vino la separación porque muchos nos fuimos a liceos distintos y otros a otros destinos. Fui a la UDO a buscar otros destinos y perdí la frecuencia con PACHACHO ROSAS a quién siempre estimé y cada vez q nos encontrábamos recordamos los célebres latigazos de San Juan Bautista q tantos dolores de cabeza le produjeron a nuestra amiga Mercedes Marcano.
Lo escuchaba en la radio como la Voz del Guayamurí y entregando el famoso “Gavilán de Oro” que fue de su creación. La última vez que lo vi fue cuando su hijo tenía la venta de quesos en el Crucero de Guacuco.
Texto: Manuel Ávila (Cronista de Nueva Esparta)
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