Supersticiones de los Conductores de autobuses de rutas extra-urbanas venezolanas

Los Conductores de Carreteras son personajes de película, y filmes como El diablo sobre ruedas de Steven Spielberg han afilado esa reputación suya de enamorados y temibles, tengo que reconocer que hasta quien escribe esta narrativa también por pertenecer a este gremio ha sido juzgado en presunción de enamorado.

Pero los conductores de autobuses también fueron dignos personajes de historietas de amores y de telenovelas de R.C.T.V. y Venevisión, y no pueden escapar a su estatus de galanes y mujeriegos en la bolsa de valores social.

Al doblar la esquina del siglo XX, los autobuses dejaron atrás a los trenes en el transporte de personas en Venezuela y muy especialmente los que salían de Caracas a la provincia, tomaban un rol importante en los pueblitos y caseríos, por ejemplo cuando esa máquina de un 0302 romcaba en San Juan de los Morros sin importar que empresa era, decían los probadores: “ hay viene un Ariobus“.

En los años 50s, 60s, 70s, y 80s cuándo me inicié en el Terminal Nuevo Circo de Caracas, éramos los protagonistas de las encomiendas, trasladamos desde cajas con frutas, vituallas como le decían en Sucre, medicinas, dulces típicos, hasta “Cartas de Amor” haciendo muchas veces el papel de cupido.

Que “pavoso” era para un chófer de autobús Mercedes Benz 0302, 0303, Pegaso Euro 80, Super Bus, Magirus Deutz TR120, Blue Bird, Volvo E470J, Volvo B10M Urepel, Ciferal Cursor en los años 80s, 90s sentar un caballero en el puesto reservado para una “dama” con su maletín “Sansonite” detrás del asiento del conductor (como se evidencia en la fotografía del año 1983, M.B. 0302 de Expresos El Callao, conductor Francisco Muñoz “Boca e’ Sapo” y la joven dama que está sentada detrás es actualmente su esposa) era algo de galantería. Muchos Conductores de la época preferían “ponchar” la salida porque afirmaban que el viaje se había “empavado” y seguro se accidentaria al salir a la carretera.

La dama que tenía el privilegio de sentarse detrás del conductor disfrutaba de una conversación amena, golosinas (samba, cococette, chocolate Savoy) se le entregada el estuche de cassetes para que seleccionara la música de su preferencia. ¿Y cuál era la dama que se resistía a escuchar Los Terrícolas, Ángeles Negros, Grupo Miramar que no se sintiera melancólica y nostálgica? Entre suspiros y lágrimas que corrían por las mejillas, el conductor por el espejo observaba y con delicadeza le pasaba una servilleta marca sutil, mientras él se limpiaba el rostro con un toalla húmeda “Pino Silvestre” y en ese ínterin se llegaba a la parada y se le invitaba a cenar a la carta porque todas las paradas tanto de oriente como de occidente de esa época eran restaurantes de alta calidad con gastronomía exquisita.

La tertulia continuaba y al embarcar nuevamente en el autobús la dama se apoderaba del termo de café para servir a su anfitrión conductor, seguía de DJ con los cassetes hasta su destino. No existían los teléfonos celulares pero las paradas de autobuses en las carreteras eran cómplices (tenían teléfonos Cantv) y se le daba el número de la parada a la dama y cuando se llegaba a la parada nuevamente al día siguiente siempre tenían algún mensaje con un número de teléfono y se aprovechaba para un saludo y una invitación a volver a viajar con el, que con empatía terminaría en amores y amoríos.

Como todo se fue modernizando esta superstición también se modernizó con los sofisticados autobuses Marcopolo, Busscar, Irizar con camarote, y ese espacio también sigue reservado para las damas más osadas que sigilosamente abordan en silencio pero con una sonrisa de picardía este lugar.

Así son las cosas” como decía el carismático Oscar Yanez.

Luis Augusto Domingos Dos Santos

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