Un paseíto musical por Punda

Intentar que hablar de la música y músicos del sector Punda de Porlamar,  obliga a hacer referencia principalmente a los espontáneos animadores de sus calles con las famosas diversiones decembrinas, en carnaval, Semana Santa o cualquier fecha conmemorativa. Esto por una parte. No podemos dejar a un lado, nombrando a algunos pocos, a los parranderos que, entusiasmados por el palito e ‘ron y la cervecita para acompañar un sancocho e ‘gallina robá, unos conejos agarraos con agallas de carite como carnada por allá por la Isleta, o un chivo que le “robamos a Calleja. Ver a Julio Picón, su hermano Chucho “Full” como le decían por cariño, con su cuatro terciao, al otro Chucho que abría y cerraba el agua con una llave de hierro en forma de T en las esquinas Zamora y Libertad, junto al recalao de la otra costa o tierra firme, el “Suavecito Jabón Camay” maraqueando o tocando su tambor; Chama, el mecánico hermano de Carlos “El Negro” Calderín – cuyo hijo anda porai haciendo música con su mandolina “de aquí pa’ Coche”- y otros que escapan a la memoria por eso del arcano tiempo.

Como olvidar a Juan Calderín, creador de diversiones con Juan “Meca” y María Vera; Juan, quien dio paso al para entonces incipiente grupo musical “Mi Cabaña” de los muchachos García – venidos desde la Península de Macanao a residenciarse en la calle Arismendi al lado del salón de lectura cerca del viejo Concejo Municipal –  el que luego fue Klan Roskay” deviniendo después en nuestro querido y famoso “Grupo Acuario”. Es como vemos hoy a los que quieren mantenerlos en el recuerdo y nuestra cotidianidad: Purrungo, Manota, Guarapero- quienes han perdido hasta el nombre por el de parrandero que los identifica-, Luis Vicente el de Chente Núñez y Ñinga,  Joche, y otros junto a mujeres que los aúpan, los cuidan y tratan de mantener en pie con sancochos y comidas inventadas para que el ámbar licor no los tumbe. Muchachos que, unidos a Melchor Suárez, Chuito Rangel, quien se emparentó con  la familia Cardona del hermano sector Brasil y los hermanos Gil, hicieron, con la ayuda de la escuela de música Modesta Bor en Guaraguao, el inolvidable grupo “Manglares y Salinas” siendo su génesis “Orgullo Insular” quienes formaban parte de la Coral “Augusto Fermín” creación del profesor Pedro Luis González Gil, carupanero,  director de cultura del estado, quien por mucho tiempo compartió el vivir en Punda casi en el patio del mercado de Los Cocos, allí frente a Yupo y su compañera hasta en la misas domingueras, Machabé Mata Rodríguez. Desde el Grupo “Zulia” en cuyo frente viven todavía miembros de la familia de don Aniceto Rojas a quienes decían “Los Chipicales”, hoy trío “Romance”, fidedignos representantes de la estirpe serenatera y animadores de fiestas de primera línea en el centro social “La Maricutana”. De ese grupo Zulia salieron muchachos que recibieron sus primeras lecciones de música bajo la égida de la que también fue maestra de nuestra gran Modesta Bor, doña Alicia Caraballo y su piano; uno de ellos de la calle Martínez, Pedro Salazar, quien para divertirse jugando con gomeros y trompo los hacía él mismo recurriendo a los palos de cuica, surgiendo así el nombre artístico con que representó a su querida Punda en el extranjero con el anteriormente mencionado grupo “Acuario”, el gran Pedro “Cuika” Salazar. Debería ser declarado, por lo menos entre nosotros mismos, patrimonio cultural viviente de nuestra Punda. Porai anda todavía. El Barbúo de allá arriba nos está dando chance. Aquí mismo, en esta esquina, en la bodega y casa de familia del recordado señor Juan Miguel Hernández, pai del percusionista de toda orquesta que ha tenido la isla, Juancito “Gordo” Hernández, se reunían, hasta hace poco, muchachos punderos a jugar su partida de dominó, las que dejaron atrás a los voladores, juegos de picha, trompo, guataco, librao, fusilao, cuarenta matas o el escondío, como le decíamos en otrora; luego, al caer la primera oscurana de la noche, arrancaba la parranda con la “pea abraza poste” para animar las calles de este sector- no le decimos barrio porque este término se ha perdido por razones harto conocidas- y ¡ay! si alguien cumplía años: seguro que amanecían, ¿verdad Chico Che? ¿Qué dicen Sandra y Tusandra las dulces (por cariño) “alcahuetes?  

Punda, otrora calles de tierra reforzada con las conchas del nácar que cubre a las perlas de nuestros mares;  gente que en el Pozo Nuevo, no solo lavaba su ropa, sino que este servía como piscina cristalina donde chapoteábamos cuando carajitos, para nosotros era eso que hoy llaman “resort” los que se pueden dar el lujo de usarlos porque tienen los medios como. Ícono representativo- el faro de Punda le diríamos- es el bar “La Maricutana” fundado en 1940; allí está en el corazón de Punda en las esquina de las calles Zamora y Santa Isabel, punto de partida para planificar las desaparecidas serenatas, primer centro de diversión familiar donde se reunía lo más granado, lo más “emperifollado” de la sociedad de “arta arcurnia” porlamarense. Don Julio Lunar, su artífice, no escatimaba esfuerzo alguno para que la diversiones de Punda salieran desde y retornaran a ese punto de encuentro. Todavía hay parroquianos que lo visitan todos los días como para recordar el “¡de aquí pa’l Maricutana! después de desocuparse cada quien de su labor diaria… y con música de rock ola.

Punda, ese nombre que usan habitantes de otras partes de la isla para referirse a la zona de tolerancia que gracias a Dios y a las que llaman “prepago” por teléfono, ha desaparecido poco a poco. Se explica: cuando gente de por allá; es decir, de otros pueblos de la isla, quería venir a “La Embajada”, “El Trocadero”, “La Quinta” y a otros bares de mujeres complacientes quienes ejercían la profesión más antigua del mundo, decían: ¡Vamos pa ‘Punda a puteá! Una falta de respeto. Esos bares no quedaban en el sector que, según nos enseñaron nuestros viejos, iba desde la calle, Libertad incluyendo la Maneiro, La Marina y la Zamora junto a las adyacentes o paralelas, hasta la Cruz de la Misión donde quedaba la bodega de Machu.  Hoy se toma como referencia a esa zona la estación de servicio (cuando hay gasolina dolarizada) “Nueva Cádiz”

Punda, con su música, tiene hoy con mucho orgullo, un grupo hermoso formado por mujeres en su mayoría, profesionales, amas de casa, jóvenes en camino de ser adultos de bien y formadores de una futura familia: Las “Guarichas de Punda”, liderizadas por la que sustituyó a los “empíricos” Justo Marín y  Rubén Coello en la tarea de sacar muelas: Claret Suárez, la hija de ese otro gran pundero de honor, Francisco “Chico” Suárez, fundador de los Marinos de Punda, destacada institución Neo-espartana defensora del deporte, la cultura, la tradición, la música y el sentir popular.

Texto: Carlos Mujica «Marunga«

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