Hasta el momento hemos hecho un largo recorrido a través d» la historia, en busca del testimonio de los hechos que pudieran permitirnos establecer las razones por las cuales se afirma la creencia de que el margaríteño es un venezolano distinto.
Hasta aquí se ha establecido la procedencia y las etnias que intervienen en su formación, y sólo hemos encontrado un elemento distinto al que toma parte en la constitución del hombre americano en el resto del continente. Ese elemento es el guaiquerí. De él conocemos su carácter, según descripción de Fray Iñigo de Abbad, que concuerda con muchas de las características atribuidas a los margariteños hasta época reciente. Sin embargo, aunque haya sido el patrón donde se injerta el árbol que florece y fructifica en la Margarita del presente, no se puede negar su contacto con otras culturas diferentes a la suya, que llegan a su suelo.
¿Cuáles son, entonces, las condiciones que existieron en la isla de Margarita para que su mestizaje se convirtiera en un fruto diferente?. ¿Es acaso el mar el que suaviza su carácter?. Entonces deberían parecerse los habitantes de todas las islas y pueblos costeros del mundo. ¿Sería la condición de isla casi cerrada al contacto con el Continente que mantuvo hasta hace pocas décadas?. Es este un asunto complicado y difícil de resolver, como todos aquellos en donde el hombre es protagonista.
Los problemas sociales y culturales son siempre pluricausales. Suelen brotar, aparecer a la superficie de un ente social, cuando ese conjunto de causas confluyen hacia un centro común. Es entonces cuando ese punto de coincidencia aparece como aparente origen del problema. Para nosotros la razón del carácter del margariteño tiene diversas motivaciones: étnicas, sociales, políticas, culturales, económicas, etc., que constituyen las circunstancias donde se realiza ese hecho histórico de su formación.
En ese conjunto socio-cultural existen elementos que le unen en forma permanente al paisaje geográfico y humano de donde se nutre su carácter. Es allí donde están presentes todas aquellas manifestaciones sociales y culturales que le identifican y que a la vez le distinguen de otros pueblos. A propósito de esto, el antropólogo e investigador venezolano doctor Rodolfo Quintero afirma:
“Los hombres de Margarita se mantuvieron siendo los mismos y viviendo en un estado de síntesis creadora con otros seres y cosas; pudieron actuar y pensar por sí mismos, sin recurrir a algo o alguien extraño a ellos. No estuvieron tensos, ni apasionados, ni pusilámines, ni temerosos de la autoridad, ni timoratos, ni cobardes. No fueron hombres gregáricos. Los margariteños no supieron de adulteraciones de su alma de isleños rodeados por el mar, no cambiaron las maneras de comunicarse unos con otros, no abandonaron su música, su forma de vestir, ni modificaron sus paladares. Sin desnacionalizarse eliminaron la uniformidad en el culto al poderoso llegado de afuera. Margarita fue muchos años región descolonizada de Venezuela”.
(Tomado de Heberaldo Rodulfo Mata en ARTESANÍA FOLKLORICA MARGARITEÑA, 1994).
Investigación: Cronista Verni Salazar.
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