HUELLAS Y PRESENCIAS INSULARES: NOTAS DEL CONTRABANDO EN LA ISLA DE MARGAITA (I)

Lo dejó escrito el Obispo Fray Iñigo de Abbad: “los margariteños son muy propensos a navegar, buscando en el mar los medios de subsistencia que les niega la tierra, y así son contrabandistas de oficio, pescadores por necesidad y corsarios por inclinación a las expediciones de Mar,..”
(Abbad, Fray Iñigo. VIAJE A LA AMERICA)

Desde el comienzo mismo de la colonización se tienen noticias del activo comercio de contrabando en Margarita, las que llegaron hasta la corte de España:
“Fueron precisamente las noticias de los fraudes y actos de contrabando que se cometían en Margarita, las que movieron a la Audiencia a enviar a aquella isla al Licenciado Castro. Este llegó a Margarita en agosto de 1583. Halló comprometidos en los fraudes y contrabandos al Factor Adriano de Padilla y al contador Antonio Muñón”
(Ojer, Pablo. LA FORMACIÓN DEL ORIENTE VENEZOLANO)

Hasta los gobernadores eran acusados de contrabandistas. Valga el caso del Capitán de caballos Don Diego Antonio de Molina quien tomó posesión de la Gobernación de Margarita el 11 de octubre de 1713 y quien “fue acusado de contrabandista, por lo que se le prendió y embargaron sus bienes”.
(Subero, Jesús Manuel. CRÓNICAS MARGARITEÑAS)

El año 1574 se descubrieron los ricos bancos perlíferos de Coche, lo que convierte a la isla de Margarita en un centro comercial de primer orden y a Pampatar como su principal puerto comercial.
“Pero al arruinarse de nuevo y definitivamente los ostrales, los margariteños vuelven a dedicarse al comercio basado en pescado salado y con las mercadurías que entraban a nuestros puertos procedentes unas veces de España o de las Islas Canarias, otras de las colonias extranjeras bien por vía legal o de contrabando a que tan dados eran los insulares y hasta con productos derivados de presas tomadas por los corsarios”
(Subero, Jesús Manuel. CRÓNICAS MARGARITEÑAS)

Lo confirma Dauxión Lavaysse: “Desde Pampatar se hace un considerable comercio de contrabando entre las colonias francesas, inglesas, etc. y la provincia de Cumaná”.
(Dauxión, Lavaysse. VIAJE A LAS ISLAS DE TRINIDAD, TOBAGO, MARGARITA Y A DIVERSAS PARTES DE VENEZUELA EN AMÉRICA)

“Si todo sale bien, piensa un contrabandista, lo primero que hago es comprarme un cuatro cumanés y unos zapatos. Después me voy a la fiesta de la Virgen, a aprender a bailar y a ver si consigo una diabla buena”. Pero “la huida fue un corto adentrarse en la esperanza. El guardacostas pronto estuvo a su lado, todo lleno de voces de mandos y reflejos de acero. Después, Después vino la cárcel, sin el cuatro cumanés, sin los zapatos, sin la fiesta de la Virgen y sin mujer”
(García, Toribio. CUATRO CUENTOS)

Ángel Félix Gómez nos recuerda a “Don Patricio que tuvo una balandra para contrabandear en las Antillas sentó sus reales en una casa de comercio pero nunca se le quitaron las ganas de contrabandear. Por eso vendía el Ron Cruz Grande diciendo que era el mejor ron de Jamaica”.
(Gómez, Ángel Félix. SALITRE)

(Consultado en IDENTIDAD MARGARITEÑA de Jesús Manuel Subero, 1986)

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