HUELLAS Y PRESENCIAS INULARES: ME DUELE LA MARGARITEÑIDAD

Es tal el menosprecio por nuestra identidad, que la angustia se hace más densa cuando son los coterráneos quienes más contribuyen a que se ultraje, se desfavorezca y se invisibilice.

Nuestra identidad es el cimiento en el que se sostienen todos los rasgos significativos de nuestra margariteñidad, que viene a ser un sentimiento característico de todos los nacidos aquí, y de los que han venido allende los mares, la sienten, la viven, la comparten y la defienden, y que he definido como “una práctica que atestigua la lealtad, la probidad y el apego a unos valores que viabilizan y proporcionan un comportamiento que gira alrededor de una pasión inculcada de generación en generación, por nuestra insularidad”.


Esta es y debe ser nuestra bandera de lucha, tenemos una responsabilidad con las generaciones que vendrán y nos pedirán cuentas, por eso:
Me duele la margariteñidad por la agresión continua a nuestros valores de identidad.
Me duele la margariteñidad por el deterioro y mal uso de nuestro Patrimonio Cultural Neoespartano
Me duele la margariteñidad por la indiferencia ante la desaparición de nuestras costumbres y tradiciones.
Me duele la margariteñidad, porque en nuestras escuelas y liceos no se enseña la Historia Regional.
Me duele la margariteñidad por la descalificación constante a las instituciones culturales, garantes de preservar nuestro acervo cultural
Me duele la margariteñidad cuando no es tomada nuestra identidad para las planificaciones turísticas
Me duele la margariteñidad por la atomización de nuestra cultura, cada quien defiende su parcela
Me duele la margariteñidad por el estado deplorable de nuestras bibliotecas y archivos
Me duele la margariteñidad por la poca o nula difusión de nuestra música en los medios de comunicación y espacios recreativos
Me duele la margariteñidad por el mal trato e irrespeto de nuestros Patrimonios Culturales Vivientes
Me duele la margariteñidad por la pasividad ante la constante invasión de costumbres foráneas
Me duele la margariteñidad por el maltrato y cambio constantes de nuestros topónimos.
Me duele la margariteñidad por el descuido de nuestras obras de arte.
Me duele la margariteñidad por el deterioro de nuestro medio ambiente
Me duele la margariteñidad por el irrespeto constante a la religiosidad de nuestra Virgen del Valle.

El compromiso es de todos en los que habita este sentimiento de margariteñidad, somos un gran pueblo valeroso y que se ha mantenido a flote por la calidad de valores que anida en el espíritu de sus hijos; que en las malas levantamos ánimos y defendemos lo nuestro, así ha sido y debe ser por siempre.

Mi corazón tiene forma de Isla de Margarita…y su identidad corre por mis venas…y el tuyo?

(Verni Salazar, HUELLAS Y PRESENCIAS INSULARES, 2015).

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