Una Semana Santa Marunguera

Los Cachos de Marunga: Una Semana Santa Marunguera

Margarita siempre ha sido considerada la Perla del Caribe; un gran comunicador social Vásquez Cárdenas la definió con un certero “Donde es dulce hasta la sal”. Canciones, artesanía, su Virgen del Valle, Cristo de Pampatar. Historia conservada en las húmedas paredes de  sus castillos, tradiciones, costumbres, gastronomía con productos de sus fértiles tierras, productos de su mar, conforman, entre infinitas preciosidades naturales y humanas, un  paraíso. Un gran período de bonanza económica se sumó a estas características e hizo de ella punto de referencia turística internacional y de encuentro para gente de muchas culturas…oleadas de gente inteligente, allende el Estado que forma con las hermanas islas Coche y Cubagua, la tomaron como su segunda patria y hoy, son tan hijos de ella que se hacen llamar margariteños en vez del cariñoso remoquete de “navegao”; yo les diría margariteños por convencimiento propio…y aquí, están con nosotros luchando por su subsistencia. Pero, ese pero que no falta para medio empañar algo bonito, se presenta gracias a la inconsciencia de muchos advenedizos que, tal vez, pensando en el poder que les da alguna influencia o “palanca pesada”, quieren hacer aquí sus negocios a como les venga en gana.

Como una vez me pasó algo que raya en la ofensa, se trata de exponerlo en  un estilo muy particular que caracteriza al folklore venezolano, oriental y en este caso, margariteño de pura cepa, a decir de nuestro hermano en la cultura y bonhomía, el Doctor Alexis Real… sucedió en una SEMANA SANTA MARUNGUERA…

I

Esto me ocurrió una vez

De repente me he acordado

Quizás le haya pasado

Algo semejante a usted

II

Aunque a algunos no les duela

Esto suele suceder

A mi isla defender

Me enseñaron  en la escuela

III

Que veinte años no es nada

Dice un tango de la Pampa

Y Margarita no aguanta

Seguir por siempre violada

IV

En una Semana santa

A playa El Yaque me fui

Y en ese sitio viví

Vejación que nadie aguanta

V

Con unas palmas de coco

Dispuse armar un ranchito

Pues, adquirir un toldito

Cuesta, en dólares un poco

VI

En un ratico lo armé

Y al colocar mi cavita

Oigo una voz Francesita:

¡Aquí no puede mesié!

VII

Yo le pregunté ¿por qué?

Y dijo otro afrancesado

“¡este sitio es privado

Pues yo mismo lo expropié”!

VII

¿Así es la vaina mesié?

Le pregunté al bucanero

Y le dije, a lo buen ñero:

“ye ne parle pas Francaise

IX

¿Me puede usted respondé

Quién le dio ese derecho?

Aquí yo me parto el pecho

Y, mi toldito planté

X

Él gritó: ¡Me va a escuchar!

Aquí tú no te colocas

Pues este sitio le toca

A los que van a surfear

XI

¡Ah, me vas a regañar

Porque tú eres millonario!

¡Pues yo soy un vergatario

Y no me vas a sacar!

XII

Y, maldiciendo se fue

El francés con su alharaca

Tranquilo, colgué mi hamaca

Y mi día disfruté

XIII

¿Cómo vamos a tolerar

Que, además de cobrarnos

También quieran regañarnos

En nuestro suelo insular?

XIV

Ñapa: y el que se pica no sabe

Lo bueno que es un ají

Margariteño y tajalí

Con pandelaño y casabe.

Carlos Mujica «Marunga«

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