Palestra Insular: Chica Guerra, la sazón de los dioses

De los inventos y creencias que han abundado en los pueblos latinoamericanos pareciera que tiraron su rezón en la Margarita gastronómica. Todo el mundo se inventa sus recetas, cambia ingredientes, modela sabores y otros fusilan recetas para aparecer como los creadores de tal o cual recetario.

Todavía cuando Dorina, Chica Guerra, Cachicato y Gacho hacían sus inventos culinarios en los años 60 no habían nacido muchos de los que hoy nos atrevemos a improvisar en el arte culinario en Nueva Esparta. Esa historia de la Margarita de antaño aún puede ser contada por la tradición oral porque muy pocos videos y fotografías se consiguen de esos grandes magos de la cocina margariteña. Pocas fotos de los cuatro grandes protagonistas de la cocina insular se encuentran en la isla y en los espacios gastronómicos de la isla deberían montar en cañuelas los cuadros de los verdaderos padres y madres del arte culinario insular.

Deberían dictarse cátedras y conversatorios de la cocina margariteña de antaño con cuentos y relatos cortos de personas que vivieron los acontecimientos de la cocina margariteña de los años 60 en adelante. Esas recetas maravillosas del pastel de chucho, del tarcarí de chivo y pato, de la ensalada de langosta, de las fosforeras y del sancocho de pescado es parte de los secretos milenarios de nuestros ancestros del fogón.

A Chica Guerra, la roblera que llevó al budare y la cazuela el pastel de chucho le han querido arrancar sus raíces y no han podido los transformadores de la cocina margariteña porque sabe Juan José Hasan uno de sus principales exponentes que cuando las nuevas promociones de chefs llegaron a la isla ya Chica Guerra tenía ese producto bien adelantado. Y hasta el amigo Rubén Santiago se fue al otro plano conociendo la historia del pastel de chucho que tuvo en la roblera la verdadera madre de ese plato símbolo de la cocina margariteña. Desde el restaurante del Hotel Bella Vista hasta La Atarraya fueron espacios donde la carismática Chica Guerra hizo su plato reconocido por llevar inclusive plátano frito que le daba el toque celestial a tan majestuosa producción margariteña.

La gente de Margarita non sabía que Chica Guerra era roblera y ahora lo saben y nos corresponde a los que nacimos en ese terruño defender la producción gastronómica de la verdadera creadora del Pastel de Chucho.

Esta Francisca “Chica “ Guerra que nació en Los Robles el 29 de enero de 1924 no solo hizo historia gastronómica en el emblemático Hotel Bella Vista sino en el archi conocido Hotel Plaza ubicado en el espacio donde está el shoping Plaza a escasos metros de Disco Ganga Margarita, en el antiguo Concorde en su etapa de esplendor como en Villa El Griego de Juan Griego cuando era el espacio preferido de los margariteños y visitantes para recibir a los grandes baluartes de la salsa venezolana y de latinoamérica cuando se armaban en la tierra de los crepúsculos los grandes festivales salseros. Pero esa inquieta cocinera roblera estuvo haciendo historia en el famoso Restaurant El Chipi que fue por años la meca de la gastronomía margariteña. También en La Concha el restaurante ubicado en las afueras de Porlamar y donde sus comensales la seguían para probar no solo su Pastel de Chucho, sino sus tarcarís de chivo, los guisados de pato, ensaladas de langosta, las sopas de pescado y pato. Por supuesto llegó a preparar las ensaladas de langosta y la fosforera que le ponía su toque particular.

En La Casa de Rubén también hizo historia culinaria y ahí ahí aprovechó el de Trujillo para terminar de dar forma a su pastel de  y quedó probado que fue Chica Guerra la verdadera autora de tan emblemático plato margariteño. No solo recorrió Francisca Guerra los restaurantes de Porlamar sino que se fue hasta la moderna construcción de Isla Bonita para ponerle sabor a su lujosos restaurante y donde duró un escaso año. En el Colegio de periodistas, seccional Nueva Esparta y en el Hotel Los Pinos hoy convertido en La Perla también hizo una breve pasantía la cocinera roblera que según su nieta que tuvo la cortesía de escribirme dijo que desde 1955 se mantuvo por casi 16 años en el Bella Vista manteniendo la clientela más grande que haya tenido restaurante en la historia de Nueva Esparta.

Con esa trayectoria de Chica Guerra tiene bien merecida la propuesta de incorporar en el registro de órdenes que entrega ese cuerpo edilicio una orden a la verdadera cocinera margariteña.

Dios quiera que en la celebración del Día de la Gastronomía se materialice para ver la posibilidad de elevar a lo más alto a esta matrona de la cocina insular que tantas huellas dejó en los distintos espacios donde prendió los fogones y puso su magia culinaria en su sazón.

A Chica Guerra que se movió entre Los Robles y la Cruz del Pastel la honramos en esta crónica por haber laborado como una verdadera cocinera criolla en tantos sitios de prestigio para dejar huellas grandiosas de una de las mejores sazones de la cocina margariteña.

Recopilación: Manuel Ávila (Cronista de Nueva Esparta)

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